A todos aquellos que nos ven empujando la pared:
Nuestra única intención es estirar cuadriceps y gemelos. En ningún caso queremos mover el edificio ni ganar espacio a la calle para poder aparcar en batería (aunque moverlo, lo hemos movido).


miércoles, 27 de junio de 2012

II CARRERA SUBIDA A CABEZO SAN BOROMBOM. MUEL 17 DE JUNIO 2012

Domingo 17 de junio 8:45 horas, dos miembros del grupo Liebres de las Nieves no dirigimos hacia la localidad de Muel para participar en la bonita, a la vez que exigente, carrera de montaña subida al cabezo San Borombon.  Llegamos en pocos minutos a las Piscinas de esta bonita localidad, y nos ponemos en la fila donde se están entregando los dorsales. Recogemos los dorsales de rigor y nos dan la camiseta conmemorativa, amarillo fosforito. En ese mismo instante nos comentan que la salida, por problemas de autorizaciones de tráfico se va a dar en el pueblo, en una zona llamada el ensanche, muy cercana al parque.
Hacia allí nos dirigimos y se empieza a respirar el ambiente tan característico de este tipo de pruebas. Música a todo volumen, Celedonio García dando explicaciones históricas sobre al denominación del Cabezo, corredores estirando y, por supuesto, unos cuantos vecinos sentados en la terrazas de los bares observandonos con cara de "ande se piensan que van estos".

Cabezo de San Borombón

Empezamos a realizar estiramientos y sin más dilación nos dirigimos a la salida, unos setenta corredores, entre ellos seis mujeres.  Cuenta atras y salida, el grupo se va estirando en dirección al parque, allí unos cuantos espectadores animan a los esforzados deportistas: ¡venga! ¡animo campeones!, se agradece. Seguimos por asfalto a un ritmo bastante tranquilo, pensando en lo que se nos viene encima. Empiezan ya las primeras cuestas por el barranco, aquí ya empieza a mostrarse la dureza de la prueba. Pequeño descanso y, ¿¡ala! empieza lo bueno primeros metros corriandando y a partir de este momento empezamos a andar. José Marí va por delante y yo sufriendo a unos treinta metros. ¡JODO!, perdón por la exclamación pero ya no recordaba las pendientes que tiene esta subida. Coronamos el primer tramo y ya solo nos queda el último repecho del Cabezo de San Borombón.



 Bromas a parte ya estamos sobre el kilometro cuatro y esto nos ha llevado casi veintiocho minutos, con una media de siete minutos el kilometro. Ahora toca el primer descenso, todo para abajo, menos mal que ya se ve el primer avituallamiento. Toca botellín de agua, uno para beber y otro para el camino. Y menudo camino toca de nuevo subida hasta la plana. Subida no muy fuerte pero continua, las liebres continuamos juntas y en algún momento vamos con una pareja que parece ser llevan un ritmo parejo al nuestro. Hacemos grupeto y así se va haciendo más ameno el camino.

Corriendo y andando llegamos a lo alto de la plana de Jaulin y pasamos ya el kilometro siete, con un tiempo de cuarenta y nueve minutos, sigue la media a siete minutos el kilometro. Empezamos a llanear y nos vamos separando de la pareja que nos acompañaba. Al final de la plana ya vislumbramos el nuevo avituallamiento, en el cual además del agua de rigor nos ofrecen plátano y naranja. Lo voy a decir por primera vez, LA ORGANIZACIÓN DE 10, merece la pena repetir, si en le 2011 fue magnifica, este año se han superado.
En este avituallamiento nos volvemos a reagrupar y empezamos el descenso. La primera parte es verdaderamente empinada y se debe hacer con cuidado. Cuando la pendiente es menos pronunciada empezamos a correr de nuevo y esta es la zona de las carcavas o barrancos donde más se disfruta. Volvemos a abandonar a nuestros acompañantes. Tengo una pequeña caida sin importancia en un barranquizo. A lo lejos vemos ya al siguiente voluntario que nos incica la que llamaremos  última gran subida. Iniciamos la subida casi agarrandonos al terreno con manos y pies, pero ya alcanzada la cima otro voluntario nos indica hacia adonde debemos dirigirnos. Aquí han variado el recorrido y nos envian por un camino agrícola en buen estado, aunque muy muy muy aburrido, demasiado polvo. Empiezo a pasarlo más en algún repecho del camino y mi compañero va tirando de mí,  volviendo a reagruparnos en formación de a cuatro, esto quiere decir que la pareja nos ha vuelto a alcanzar. Por fin acaba el camino, justo en un nuevo avituallamiento. Mala suerte en esta tampoco tenían cervecita fría, pero ya llegará, ya llegará. Bebemos toda el agua que podemos y nos damos una pequeña ducha con un botellín.  Nos quedan unos cinco kilometros, esto no es nada. Sufro otro dos kilometros de camino agrícola y por fín llegamos a la ribera del Huerva (o de la Huerba). El camino discurre por una senda bastante entretenida y además disfrutamos por fin de algo de sombra. Poco a poco nos acercamos hacia el pueblo y en pocos minutos nos encontramos ya en el parque de Muel. Último kilometro, un pequeño voluntario en bicicleta nos indica por donde debemos pasar y después del último repecho nos econtramos ya en la carretera y vislumbramos a lo lejos la meta.

Por fin hemos terminado, J.M. ha finalizado bastante entero, pero yo termine verdaderamente jod.... Aún me duelen las piernas. El año que viene habrá que entrenar cuestas de verdad, no esas subiditas del parque.

Llegando a la meta,bien hermandos

Nos acercamos al avituallamiento. Ya podrían aprender en otras carreras de "prestigio", plátanos, naranjas, sandia, melón, bebida isotónica y agua a libre disposición. Después de entablar animadas (o cansadas) conversaciones con otros participantes, nos dirigimos hacia las piscinas, donde nos sorprenden con otra invitación, bocadillo de jamón con pan con tomate y bebida a disposición, aquí si que me bebo una fresca cervecita. J.M. no puede disfrutas del zumo de la cebada y se conforma con otra isotónica.


Por última vez y definitiva, ENHORABUENA A TODOS LOS QUE HAN COLABORADO Y HAN PARTICIPADO. Carrera MAGNIFICA y ya con ganas de repetir.


miércoles, 20 de junio de 2012

CRÓNICA DE UN ENTRENAMIENTO QUE NO DEBIO DE SER...

O, PÁ HABERME MATAO!

Bueno, entretanto viene la crónica de San Borombón, voy a hacer una pequeña contribución al blog más pensando en entretener que en informar de nada importante. Y es que, aunque mis compañeros de equipo, han estado compitiendo de manera regular y seria, este que escribe muy a su pesar ha preferido no forzar la máquina y limitarse a algún entrenamiento más o menos exigente en la manida soledad del corredor de fondo.

Así, el lunes pasado, aprovechando que el resto de liebres andaba descansando de la competición del día de antes, me planteé un entreno-exploración por los montes de Cuarte.

La idea era llegar hasta la balsa de riego del camino de Cuarte por el monte para, una vez bajada la cuesta del Royo, "encontrar" un camino a mano izquierda que me dirigiera al barranco de Montañés, ya en su curso medio. De esta forma se podría organizar una salida matutina para hacer un circuito por monte con un recorrido de unos 23-24 kms hasta el Canal Imperial en la zona de Valdegurriana.

El entrenamiento iba a ser en plan "explorador". Si bien tengo los h* pelaos de bajar la cuesta del Royo (en bicicleta), nunca me he fijado bien en el susodicho camino lateral. Posiblemente debido a la extrema velocidad, cercana a la de la luz, que llevamos.

Esa era la idea.

Ahora vienen las condiciones.

La tarde está de bochorno, chispeando un poco y el cielo parcialmente cubierto de nubes. Una de dos: O llueve o no. Como a mi siempre me han respetado los elementos meteorológicos, me decido a salir. Me coloco la riñonera con el bidón de agua casi a tope y el teléfono con el GPS activo. Lo del teléfono  es una decisión que tomo habitualmente si salgo solo. Por si acá.

Empiezo.

Tras los estiramientos, libaciones y demás liturgia pre-carrera, me dirijo al trote hacia el canal. Aquí ya empiezan las primeras complicaciones. La riñonera se mueve mucho y adopta una posición lateral derecha que me impide bracear bien. El codo me pega en el bidón. Me coloco y recoloco el cinturón a la altura de la cadera, me lo ajusto más. Nada, siempre va para el mismo sitio. Además el vaivén del bidón se me transmite por la correa a la zona del vientre y me produce unas pequeñas molestias.

Dejo el canal y me dirigo, por la pequeña barranquera al lado de la arrancapedos hacía la parte alta de los pinares. No lo hago directamente, sino que tomo una senda a la derecha que, aunque hace más largo el recorrido, a mi me parece más bonito ya que crestea por el último monte del pinar y hay unas vistas preciosas a la zona de la Cra de Valencia.

Llego al camino del tiro de bola y llaneo por el mismo hasta los puentes del 4ª Cinturón y AVE. Me sigue molestando la riñonera. Pero como el ritmo es tranquilo no me preocupo. Aquí empieza a cerrarse más el cielo y a chispear algo más fuerte.

Paso por las instalaciones del vertedero de escombros. Me ladran tres enormes perros que, por ahora, están confinados junto a una caseta. Son las 20:10 h. Seguramente en media hora los soltarán por el recinto que, aunque vallado en su perímetro, no me fio de que tenga algún hueco, se salga alguno y me dé un susto. No sé que tienen que vigilar allí ¿zaborros y escombros?. Decido que volveré bajando el barranco de Valdeconsejo que es más tranquilo.

Dejado atrás el vertedero y ya tomado el camino de Goya, comienzo con los subeybaja y toboganes. Este tramo es divertido, pero ya llovizna, empiezo a notar dolor en el vientre y, para más inri, veo a lo lejos relámpagos que caen sobre lomas altas. Pero sigo.

Llevo un par de kilómetros por el camino y el dolor en el vientre se me hace insoportable, además los relámpagos están cada vez más cerca. Vëo el resplandor y cuento: uno, dos, tres... veintitrés ¡Borrombooooooom!. Vaya, están cayendo a 6 kms de distancia. Como no sé de dónde viene la tormenta me empiezo a preocupar. Además la llovizna arrecia.

Ya tengo a la vista la subida a la Balsa, pero me asusta el hecho de tomar una posición más elevada, por el riesgo de una descarga. No hay nada alrededor más alto. Recuerdo la historia de un tío norteamericano que, en su vida le cayeron tres truenos. Me preocupa que a mi sólo me pueda caer uno...

Además en todo el trayecto (desde el tiro de bola) no me he cruzado con alma alguna. ¿Pero a qué gilipollas se le iba a ocurrir coger la bici un día como hoy?.

Paso por el desvío que baja a Valdeconsejo y no me lo pienso dos veces, para abajo que me voy. Tengo que bajar altura para estar más seguro. Lo de encontrar el dichoso caminito habrá que dejarlo para otro día. Me quito la riñonera y me la coloco en bandolera como los polis americanos llevan la pistola. Mucho mejooor, andevasaparaaaar!.

Me tiro para abajo como alma que lleva el diablo, pero con cuidado porque el pie ya está empezando a notar las irregularidades del terreno. Ahora si que empieza a llover de lo lindo, como voy totalmente calado ni lo noto. No tengo frio y el camino descendente me ayuda. Los relampagos semejan enormes flashes que encienden la tarde, por lo demás oscura y triste. Vuelvo a contar: uno, dos, tres... dieciséis. Vaya, están cayendo a 3,5 kms. Me voy acercando a la tormenta. Debe estar al otro lado de la Cra de Valencia, en la zona de la ciudad deportiva o por ahí. No me preocupa, bajo por el fondo del barranco y alrededor mio todo está más alto. Necesitaría una buena toma de tierra para que me cayera algo (aparte de una ionización muy alta del aire y que la nube estuviera cargada muy positivamente). Todas estas disquisiciones técnicas me tranquilizan.

Sigo bajando y empiezo a sentir las piernas totalmente anquilosadas. La humedad y el fresco del ambiente me estan afectando más de lo que me imaginaba. Ahora ya llueve copiosamente y el camino empieza a tornarse un barrizal. Las piernas empiezan a doler, menos mal que tras un giro, a lo lejos ya se empiezan a ver las primeras naves del polígono industrial. Y con ellas llega el asfalto y acaba el riesgo del barro. Para colmo comienzo a notar el recurrente dolor del tobillo.

Pero no puedo parar. ¿Dónde me meto?.

Los primeros charcos han hecho su aparición, me meto en dos de lleno. Las suelas de las zapatillas ya empiezan a adquirir un extra de barro (recuerdo las "Retuerta´s Drag Queens" :-). Me quedan 150 metros para la subida al polígono. Suena el móvil. Será mi mujer. Tengo que cogerlo porque si no se va a llevar un susto. Me paro en la peor zona, me hundo en el barro, contesto: "Dime... si.. bien, jodo como me estoy poniendo, pero me lo estoy pasando cojonudo (miento), ya estoy por Cuarte (vuelvo a mentir) ya volviendo, si... vale, adios, enseguida estoy allí". Cuelgo y vuelvo a quedarme en la soledad del corredor "destalentao" de fondo.

El minuto y medio de conversación ha dado para mucho, ha arreciado más, los cien metros hasta la subida al polígono han quedado impracticables, me meto por un sembrado y, aunque la tierra está hueca, no está tan embarrada como el camino (pues este último tiene una capa de limos que lo deja con la lluvia sin posibilidad de utilizarlo). Al final salgo a asfalto.

La vuelta desde Valdeconsejo ya no tiene mayor problema. Es una zona ya por la que discurre gente (aunque sea en coche), asfaltada. Me siguen doliendo las piernas y la molestia del vientre pero ya sé que, chino-chano, con cierta tranquilidad llego a casa. A lo mejor paro en el restaurante de la Fuente de La Junquera y espero algo a que escampe.

Pero llego y decido seguir. No puedo parar, calado como voy hasta el tuétano. Me quedaría frío totalmente. ¿Podría volver a retomar la carrera con todos los dolores de las articulaciones y musculares que llevo?. Sigo y  llego al canal, un kilómetro y ya estoy en casa.

Llego, estiro bien y subo a casa. Mi hijo me tiene que traer las zapatillas de estar por casa porque no puedo entrar con las que llevo. Ahora la ducha caliente y a descansar.

Realmente, si uno se pregunta con cierta distancia, ¿Y esto para qué?. ¿Hubieras salido si te hubieras imaginado lo que te iba a caer encima?. Las respuestas no serían tan lógicas como cabría esperar. Por lo menos en lo que a mi respecta.  ¿Por qué? pues porque lo necesitaba. Llevaba desde el miércoles sin salir y algo me carcomía por dentro. Y sí, hubiera salido igual, quizás hubiera ido por otro sitio pero...  ¿No pertenecemos a esa subespecie humana de los "locos que corren"?, pues eso.

¡Hala, co!. ¡Tiraaaaaa!.

martes, 12 de junio de 2012

CRONICA DE UNA CARRERA ANUNCIADA

 O (NADA, PARA LO QUE PODIA HABER PASADO)

José Mari H. llegando a Meta

    La verdad es que me hacia ilusion ir a la Transmontesblancos, mas que nada por probar aunque fuera en la mas pequeña de todas, la de 12 k, eso de las carreras de trail, de montaña,o en esta ocasión , mas bien  de monte. Pero bueno, no todos los días se puede asistir al nacimiento de una prueba como esta, y estoy seguro que esta ha sido la primera y no va a ser la última.  A lo largo de la semana se fueron confirmando los pronósticos de altas temperaturas, el jueves a las 21 h. teníamos casi 30º, así que el soleado amanecer del sábado no hacía sino confirmar que iba a ser un dia ciertamente sofocante

    Sobre las tres y media cogía el coche ( 45º ) y casi sin  poder tocar el volante me dirigía a recoger a José Luis, el otro estalentao con quien  en esta ocasión iba a compartir aventura.


    Llegamos pronto a La Puebla, sobre las 16,45h. y tras aparcar en las inmediaciones nos dirigimos a las piscinas y campo de futbol, donde estaba situada la salida y la meta. Calor asfixiante, sin paliativos. El aire quemaba, por dentro y por fuera. Llegamos justo a tiempo de ver como se iban preparando los atletas que participaban en la TMT 23. También vimos a Almasy, omnipresente  yendo y viniendo, saludando gente, revisando, organizando… la verdad es que creo que se lo ha currado un montón. Curioseamos un poco viendo al personal y sobre la 17 h., hora taurina, comenzó a sonar la música de Metálica, emocionante ciertamente, y cuando cesó la música… A correr¡¡¡¡

    Tras la salida del numeroso grupo, ya nos dirigimos al coche para cambiarnos y ponernos también el traje de faena, que aunque mas liviana que la suya, también nos iba a hacer sudar la gota gorda.

    Como había tiempo de sobra, curioseábamos por allí y hubo una cosa que me llamó la atención. Que prácticamente no vi a nadie estirando o calentando, como es habitual en cualquier prueba (aunque supongo que con temperaturas cercanas a los 40º, lo de calentar está de mas).

    A las 18 h casi en punto, vimos llegar al primer clasificado de la de 50 kms, bastante entero, y que solo le oía decir: ha sido muy duro, muy duro…

    Con estos y otros menesteres fue pasando el tiempo hasta que sin pensarlo nos vimos en la 18h 25 min. Nos colocamos en la línea de salida y un momento después nos dieron la salida… ¡¡¡sin música de ánimo, ni nada!!!: hala, ya podéis salir¡¡¡¡. Bueno, pues a correr.


    Salimos mas bien en pelotón por los aledaños del campo de futbol, todavía por asfalto, que duró poco porque enseguida tomamos una rotonda a la derecha y cogimos una pista paralela a la carretera. Nos desviaron bajo un puente y hala… al monte. El aire era especialmente espeso. Apenas llevábamos unos minutitos corriendo y la boca ya reclamaba un traguito, o mas de uno, de lo que fuera  pero que estuviera fresquito. Se podía correr bien porque no éramos un grupo muy numeroso y enseguida se había ido estirando. Así que fuimos cogiendo nuestro ritmillo y nos encaminamos hacia los primeros tramos que eran bastante llanos, con subibajas muy suaves hasta que sin previo aviso llegamos a una rampa de unos 150 metros  que ni las de la montaña rusa del parque . En palabras de Jose Luis…: “hubo un momento en que levanté la vista y no se veía el cielo” . Evidentemente, subimos esa rampa andando. Una vez coronada, nos dirigimos  a una serie de toboganes que eran bastante divertidos puesto que eran subiditas cortas que eran compensadas enseguida con fuertes descensos. Sin forzar demasiado íbamos cogiendo gente y dejándola atrás.


    Se veía ya a lo lejos el toro por el que teníamos que pasar y la verdad es que nos acercábamos rápidamente a él. Parecía que no habría mas inconveniente hasta que nos dimos cuenta de que el toro estaba bastante alto y nosotros, con tanto tobogán,  habíamos bajado bastante: una nueva rampa que esta vez sí pude subir corriendo. Aproximadamente en 30 min. Habíamos llegado al toro que estaba prácticamente en el km. 6. En él, hicimos un tirabuzón y seguimos camino hacia Alfajarín, donde llegamos poco después a una  ermita donde estaba el avituallamiento: una botella de agua de litro y medio, que tratamos de aprovechar lo mas que pudimos bebiendo y echándonosla por encima, para refrescarnos. De allí seguía una vertiginosa bajada por escaleras donde Jose Luis se quedo rezagado porque volvía a tener ampollas en el pie: ¡ Sigue… que ahora te alcanzo¡

    Enseguida llegamos hasta la altura de la carretera y tras un tramo un poco mas salvaje por la cantidad de maleza, cogimos una pista bastante rectilínea y prácticamente llana de vuelta hacia la Puebla. Ritmo de trote suave, que era suficiente para ir recuperando posiciones e ir adelantando gente, algunos de los cuales se veían bastante tocados. De reojo, iba vigilando las nubes que, gracias a Dios, ocultaban por completo el sol y nos daban  un respiro, incluso la manta de agua que se veía a lo lejos, nos acercaba de vez en cuando unas ligeras gotitas que se agradecían un montón. Sin agobios, los kilómetros fueron pasando suavemente y antes de darme cuenta le estaba indicando a otro corredor que solo faltaban dos kms, menos que del parque a casa, por lo que era hora de recobrar un poco la compostura y entrar con un poco de dignidad. Adelanté a los últimos corredores justo antes de entrar al campo de futbol y como me sabia la jugada porque la había visto al ver llegar al primer clasificado de la tmt50, tras un quiebro justo tras pasar el arco desde el que habíamos salido, me interné en el campo de futbol, siguiendo unos conos de colores que se suponía que te marcaban el camino hacia la alfombra roja de honor para marcar la llegada a la meta. Y de esta manera enfilé la meta  palmeando las manitas de los niños que me salían al paso entrando Jose Luis  un poco después por las molestias en el pie.  


    Tras un rato de descanso y varios refrescos, animando a  los que iban llegando después, nos despedimos de la I Tmt, justo antes de que llegara la tormenta que se llevó las hojas con los tiempos que habíamos hecho…


    En definitiva, un buen sabor de boca en una carrera que habrá que repetir en próximas ediciones.


Un saludo
Purk68