A todos aquellos que nos ven empujando la pared:
Nuestra única intención es estirar cuadriceps y gemelos. En ningún caso queremos mover el edificio ni ganar espacio a la calle para poder aparcar en batería (aunque moverlo, lo hemos movido).


miércoles, 4 de diciembre de 2013

MULARROYA 2013

 
La carrera de Mularroya siempre ha sido de nuestras favoritas, quizá porque fue de las primeras de montaña que disputamos y por el trato de sus organizadores, el Club Atletismo de La Almunia.

Con la mente abierta hacia lo que puede salir, nos presentamos a las 10:10 h en la zona de salida. Nos hemos seguido apuntando a la carrera corta (15 kms) cuando es el segundo año que se ofrece una de 21,5 kms por parajes nuevos. A ver si el próximo año damos el salto por variar.

Lo primero es hacernos con los dorsales y buscar un bar para tomar un cafelito caliente, que apetece mucho, por lo menos a mí. Además dicen que la cafeína reporta un plus al rendimiento deportivo (será al que tenga cosas de esas).


Las 10:30 y dan la salida a los valientes de los 21,5 kms. Estamos intentando elegir entre nuestro “fondo de armario”, mejor quedaría “fondo de maletero”, qué ponernos. La decisión se basa única y exclusivamente en criterios atmosféricos y meteorológicos (temperatura, viento…). Como no vienen las mujeres nos da igual que no combinen las prendas. Podemos ponernos una camiseta verde con un pantalón fucsia y unos calcetines blancos con buff amarillo, ¡y no pasa nadaaa!.

El perfil, a pesar de lo que parece, no es tan duro.

Medianamente reconciliados con la estética calentamos al trote durante 10 minutos, estiramos y a las 10:58 nos colocamos tras el arco de salida/meta.  

Suena el pistoletazo de salida y de inmediato ya estamos corriendo. Es lo que tienen estas carreras con apenas 200 inscritos.
 
Salimos de la población buscando los campos olivares por pista asfaltada que pica un poco ya hacia arriba. Al rato miro el reloj y me marca 5min54seg, pienso que ya hemos pasado el primer km, Sebastián me lo confirma, 1,2 km. Esto es ligeramente por debajo de los 5min/km, bien. Me encuentro muy bien, recuerdo el año pasado que ya de salida iba como fatigado. Creo que éste, que llevo descansando desde el miércoles, he acertado.

Entramos en terreno de tierra, ¡por fin!, decía alguno. La pista no está muy bien, muchas cárcavas, piedras y baches, pero ya teníamos ganas de entrar en terreno blando. Enseguida, km 3,5 aprox. y entrada en el pinar bajo. Rápidamente comenzamos la ascensión por el barranco (no recordaba que se cogía éste directamente). Senda muy técnica, con muchos pasos delicados, de estudiar bien dónde se pisa, mucha piedra angulosa que hace que, a escasos 500 metros ya estemos andando. No me viene mal andar un poco para recuperar de las primeras cuestas, pero cuando llevo 5 minutos me canso e intento adelantar. Puedo adelantar a un par de féminas y otro par de caballeros. La ventaja entre andar y correr no es mucha, pero me fastidia hacer casi toda la subida del monte andando. Al rato salimos del barranco y alcanzamos una zona de pinar más “corrible”, esto es otra cosa. Seguimos yendo en fila de uno y el ritmo me resulta cómodo de llevar. Alguna rampa que hay que cogerla “con carrerilla” y cruzamos la pista. Aquí, recto seguimos atacando la última parte de la subida, la cresta del monte Mularroya. Un poco más de correr y de nuevo la fila de gente caminando. Sigo corriendo un poco más, hasta que la pendiente se hace insostenible y, los últimos 200 metros, los hago andando, apoyando los brazos en las rodillas e impulsándome de esta manera como los buenos de los trails.

 
Llegamos al cabezo y ya a 100 metros se adivina el puesto de avituallamiento líquido, km 6 (tiempo 37 min). Decido tomar una botellita de agua y parar un poco (40 segundos más o menos) para tomármela y ver si vienen mis compañeros.

 
No los veo, si que veo llegar a María José Poves que había hecho el primer tramo marchando.  Arranco de nuevo y me dejo caer por la pista. Sin esforzarme mucho cojo velocidad, aviso a alguno de la presencia de alguna curva cerrada y peligrosa. En estos momentos recuerdo cómo bajábamos otros años por aquí. Decido ser conservador y a ver si me pillan las otras liebres.
 

Me adelanta gente que tira mucho hacia abajo y ha sido conservadora en la subida, no me pico, voy a mi marcha y tengo de referencia a un grupeto de 5 personas delante, a unos 15 metros. Buena distancia para reaccionar y mantener ese ritmo. Voy muy cómodo, y sin apenas darme cuenta llego al final de la primera cuesta. En este momento se me une un mozo que no conocía la carrera y, a la vista de la curva y de nuevo cuesta hacia arriba, me pregunta qué viene ahora. Se le  había hecho muy dura la subida. Yo le contesto que son apenas 750 metros de subida y ya todo para abajo. Le indico por dónde se incorporan los de la carrera larga, que vemos venir, con otro ritmo más tranquilo que el nuestro.
Monte de Mularroya

Por fin alcanzamos el segundo punto alto y nos adentramos en senda entre los pinos y, al final, en otro barranco de bajada. Voy muy bien situado pero no puedo manejar bien la velocidad con los brazos. Me lo impide la lesión del hombro izquierdo y decido ir más tranquilo, doy paso a todo el que veo detrás, facilito al extremo los adelantamientos y no me importa perder posiciones, no estamos para jugárnosla con cualquier pedrusco.

Como todo lo que empieza acaba, el barranco también. La senda técnica se convierte en camino que me da una mejor posibilidad de correr. Aquí me adelanta la Poves que, con un ritmo que parece muy cómodo, pone tierra de por medio.  Adelanto a alguno que va un poco cansado (puede ser de los 21,5 kms o de los 15, en estos momentos estamos todos revueltos), sigo teniendo de referencia al grupeto de cinco con los que voy desde la cumbre y calculo que apenas quedan unos 3,5 kms para acabar. Miro el reloj y veo 1h04min.

 
Viene como en casi todas las carreras (la del Ebro, la TMT de La Puebla) el ineludible tramo final asqueroso, relativamente llano y aburrido. Pongo el “piloto automático” e intento abstraerme de los pensamientos negativos.




Cruzamos por debajo de la acequia  donde todos los años, y este no iba a ser menos, hay un charco y, al ratico ya estamos en la pista asfaltada, un kilómetro escaso y meta!. En estos momentos tengo a 20 metros a la Poves que ha reanudado el estilo de marchadora. Me cuesta una barbaridad alcanzarla ¿cómo es posible tener esa velocidad de marcha?. Pero, claro, para eso es élite nacional. Por delante un rosario de corredores, la culebra multicolor que dicen en ciclismo, de uno en uno todos por la misma margen de la carretera. Ya se adivina la curva a 90 grados y, tras esta, unos 100 metros y meta.

Un servidor en el último sprint

Pico en 1h23min, tiempo bastante discreto pero con muy buenas sensaciones al acabar. Otros años hemos hecho mejor tiempo pero he acabado sufriendo como un perrrrroooo!.  Me quedo con lo de hoy.  Calculo (luego lo confirmaría) que habría quedado por mitad de tabla más o menos.


Sebastián y José Mari disfrutando de los últimos metros
Espero al resto de compañeros que vienen en un rato y juntos entramos al pabellón, sin estirar ni cambiarnos que el año pasado fuimos a “adecentarnos” y nos quedamos sin aperitivo.
 

Ambiente estupendo post-carrera
Dentro, como no puede ser de otra manera, barra libre de cerveza  y de otra cosa que dicen que lo es pero que no tiene alcohol.  Después pistoletazo de salida a las viandas. Nos colocamos en una mesa con los del atletismo JALÓN que comen como jabatos y con los que compartimos unas risas, sobre todo con Lurdes Chávarri, a la que felicitamos por su campeonato de España de los 100 kms.




Uno de los héroes del día: El cortador de jamón
Vuelta para casa y a descansar. El año que viene por mi parte, de nuevo acudiré a esta cita Ya será la IX edición, de las que habré participado en seis, por algo será… Veremos a ver si estamos todas las liebres al completo y le echamos “g…sss”  y hacemos la larga.  Habrá que prepararse bien.




jueves, 3 de octubre de 2013

CRÓNICA AGÓNICA DE LA MARATÓN DE ZARAGOZA 2013


CAMINO DEL INFIERNO (una narración escalofriante de Paco)

                Domingo 8:30 horas, parque José Antonio Labordeta, suena el pistoletazo de salida de la VII MARATON DE ZARAGOZA. Por los altavoces suena “Autopista al infierno” de AC/DC, nunca me pude imaginar que sería un presagio de lo que posteriormente pasaría.

A la salida ¡Qué frescos que estábamos todavía!
                El recorrido es el mismo que todos los años, me coloco acompañado de las liebres en el final del pelotón, para así poco a poco ir avanzando hasta  el lugar que debemos ocupar. Pronto empezamos a pasar atletas, nos molesta correr rodeados de codos, y nos vamos encontrando cada vez más cómodos. Primero pasamos a la liebre de 4 horas y antes del kilómetro diez estamos ya delante de la liebre de 3 horas 45 minutos.
Abandonando por fin el Parque Grande
Recorremos zonas sobradamente conocidas y esto hace que mi ritmo sea muy alegre. Por delante vamos dos liebres (José Mari  y un servidor) y las otras dos (Miguel Angel y Alfonso) comandan el grupo de tres horas cuarenta y cinco minutos.

                Sobre el kilómetro once, entablamos conversación con un corredor “Jesús Delrio” “Macari”” ultramaratoniano-recortador de la localidad de Agreda. Nos comenta todas sus hazañas desde que a los treinta y cuatro se dedica a esto del correr. Bueno hablando, hablando, se van pasando, pasando los kilómetros y ya a la altura de San José se nos alcanza Alfonso. Al grito de “cabr… no habéis mirado hacia atrás”, pasamos de ser dos a ser tres

               


                Casi sin haberlo pensado, estamos ya en la media maratón por la Z-30, tiempo 1 hora 47 minutos oficiosos. Vamos rápidos pero yo empiezo a notar que algo no funciona como es debido. Voy haciendo “la goma” varias veces. Pierdo diez-quince metros y vuelvo a reintégrame al grupo. Llegamos ya a la ribera. Ahora toca unos kilómetros entretenidos, vamos a ver qué pasa. Entramos en el Casco Viejo de Zaragoza, Arco del Deán,  San Vicente Paul, donde Alfonso tomaría unos metros de ventaja, Coso, etc, etc, hasta llegar a la plaza del Pilar. Vamos prácticamente solos, en “tierra de nadie”,  y por delante del grupo de 3h45min. Esto está muy animado por algunos momentos me olvido de mis problemas y seguimos a lo nuestro.

Ya llevo un par de kilómetros pasándolo mal, me duelen las piernas.  A la llegada a la Plaza del Pilar tomo la decisión y así se lo comunico a José Mari, que tiraba de mi en estos momentos, me retiro. Es un buen sitio y estoy bastante cerca andando de la guardarropía.
José Mari junto a Chema Martínez
Estoy ya parado y veo alejarse a mis dos compañeros, les deseo que lo den todo ya que se puede hacer una gran marca, pero, desde todas las direcciones me llegan voces “no te pares, está  todo hecho” , “ya no queda nada (17 kilómetros  pienso)” “vamos” “ánimo”. Cambio la decisión y sigo hacia delante. Llego al puente de Piedra,  giro hacia el puente de Hierro y allí me pasa  el grupo de 3 horas 45 minutos. Sufrimiento,  dolor,  los músculos están contracturados,  pero puedo seguir corriendo. Volvemos a coger el paseo Echegaray, aquí ando unos doscientos metros, y ya veo el  puente de la Ronda. Al reiniciar la marcha he cambiado un poco la zancada y parece que me duelen menos las piernas. Empiezo la cuesta que sube al puente y decido subirla andando. Al llegar arriba le pido a una patinadora un poco de frío.  Se pasa el dolor, corro, pero solo un par de minutos. 
Miguel Angel, por Ranillas


Afrontando la última parte
Llego al avituallamiento del kilometro treinta y cinco, todavía quedan siete. Bebo dos botellines de agua, un vaso de isotónica y reinicio la marcha. Por ahora voy a seguir andando. Me empieza a pasar gente y me engancho a un “alma gemela” que me dice que no me pare y vuelvo a correr, entre los dos  vamos animándonos y a la vez animando a otros. Cada vez que veo una patinadora o patinador casi lloro de alegría y un avituallamiento con esponjas supone unos minutitos de relax. Ya hemos hecho un grupo de cinco “almas en pena” `por el Paseo Longares. Entre frases como “no puedo más”, “voy jod..” “que aburrida es esta zona” “seguir vosotros” , se pasa este lugar. No sé si es que me encuentro mejor o es que veo a los demás peor,  la experiencia también es un grado, pero aquí aún corro algunos metros tirando del grupito, o eso me parece a mí.

Llegando...
Otra vez al Paseo de la Ribera, ya queda menos, creo que pasamos el kilometro treinta y siete, esto ya es penoso, menuda manera de arrástrame por el asfalto, subo la cuesta del Puente de Piedra, en algunos tramos formo parte de una fila interminable de corredores-andarines con cara de “muerto viviente”, hablamos, nos animamos, nos animan, nos preguntan cómo vamos y desde el público la misma frase “vamos que no queda nada, no paréis ahora”, sigo sufriendo y lo malo es que no me encuentro mal, pero ya no hay ninguna parte del tren inferior que no me duela.
Ya estamos llegando a la Arboleda de Macanaz y del grupo de cinco solo quedamos dos, el resto se ha ido parando. Bueno, pero hemos vuelto a correr. No puedo apoyar en ningún momento con los dedos del pie, mi correr ahora es apoyando el talón y un poco la parte externa, en estos momento me veo el lunes en la cama sin poder moverme.
¡Vamos, Paco, que ya lo tienes!
 Veo acercase a una corredora habitual de estas lides, “Lourdes”, cruzamos unas palabras, le doy la enhorabuena por el pódium en el campeonato de España de 100 km en ruta, me pregunta que tal voy, le contesto que muy mal, me anima, y sigue a toda mecha. Bueno como un Ferrari ella y un seiscientos yo. Veo la noria y toca la subida en la entrada de Helios,  la hago corriendo. Al girar hacia la derecha se me vuelven a subir los gemelos, creo que esto habrá ocurrido ya una docena de veces. Por aquí me debió pasar el grupo de cuatro horas. No quise ni mirarlos, no sea que me hubiera animado a seguir con ellos. Patinadora a la vista, a por ella y frío, otra vez frío, gracias.

Pasarela del Voluntariado
Ahora me saluda otro buen amigo: Alberto Pallarés (gran marchador y mejor persona), por la cara que pone, me debe ver muy jodido. Me pregunta si me he hidratado bien, le contesto que sí (me estoy bebiendo hasta el agua de los charcos), que me duelen mucho las piernas. Otra vez ánimos, en estos momentos se agradecen mucho. Pero, ya no puedo más ,  debo haber corrido ochocientos metros y las piernas dicen que vale.  Me planteo andar el puente de la  Almozara, intento estirar pero no puedo, al enfilar la bajada hasta la Ribera otra vez piernas contracturadas, gemelos subidos y dolor mucho dolor. Me paro y decido andar hasta el final, deben de quedar poco más de dos kilómetros.  Más patinadoras, más spray, creo que las he conocido a todas.
Meta ¡por fin!

Penúltimo avituallamiento, palabras de aliento de los voluntarios, las más mayores no miran con cara de preocupación, esponjas, agua, isotónica, agua, isotónica, agua, esponjas…  ya estoy en la pasarela del voluntariado, me apoyo en una valla he intento estirar, del dolor se me escapa un grito y algún que otro exabrupto, un policía se me acerca y me pregunta si me encuentro bien. Le contesto que sí, que solo me duelen las piernas, que ya es bastante cuando se está corriendo. Empiezo a cruzar la “pasarela del Voluntariado” y todo me da vueltas, por un momento me pasa un rayo, creo que era Chema Martínez,  me quedo parado y pensativo, estaré viendo visiones.
 

Fin del la Pasarela, mucha gente, mucha animación ¿que hago? Me salgo a la izquierda y abandono, kilómetro treinta y nueve o sigo a la derecha. Pregunto alrededor si hay algún patinador o patinadora cerca y a lo lejos la veo acercarse, me presta el bote y me dice que no me lo lleve, bien de frío, bien de frío, otra vez tengo piernas. Tomo la decisión de correr hasta el avituallamiento del km cuarenta, pero ni un metro más. Delante de mí a un corredor se le agarrota la pierna y no besa el suelo gracias a dos personas que lo sujetan de los brazos, después de esta imagen, oigo las sirenas de las Ambulancias, se me ponen los pelos como escarpias.Me paró, me bebo un botellín, luego otro y por último dos vasos de isotónica. Las mismas palabras de ánimo, “esto está hecho”, “no queda nada”, “vamos campeón”. La verdad que sería de la Maratón de Zaragoza sin sus voluntarios.Decido seguir andando toda la avenida, otra vez frío, otra vez alivio. Al fondo veo que los corredores giran hacia la Expo, y ese es mi siguiente objetivo, llegare aunque sea andando, o sea andando. Entro en el frente fluvial y allí decido correr, lo intentaré por lo menos.Y así lo hago, quedara solo un kilómetro, se me suben otra vez los gemelos y noto que me brotan lágrimas de los ojos. Sí, estoy llorando, no se si podré seguir corriendo, pero la fuerza del maratón lo puede todo y no paro hasta la meta. No veo nada ni nadie, soy yo solo contra la fuerza de la maratón. Eso si, cruzo la meta y no corro ni un milímetro más. Se me acerca uno de los miembros de la organización y me pregunta ¿Qué tal? después de estrecharme la mano, mi contestación es contundente: “muy mal”. Y la conversación se cierra con un “no te preocupes, habrá más carreras”. Me entreganla medalla, ni la miro. Voy en busca de mis compañeros y al verlos todo cambia de color, lo hemos conseguido.
Los amigos al completo
Esta vez el MARATON me intentó derrotar, me tuvo en sus manos pero me levanté y le gané, cuatro a cero. El año próximo veremos quién gana. Ahí queda el reto.



 

viernes, 28 de junio de 2013

VII CARRERA DE MONTAÑA "MINAS DE REMOLINOS"

Viernes 21 de Junio, diez y media de la noche, suena el teléfono. ¿Quién será a esta horas?, me pregunto. Descuelgo y se oye una voz que me dice: Oye Paco y si nos apuntamos a la de Remolinos. Era la voz de José Mari, compañero de correrías. Dicho y hecho, aun no habían dado las once cuando ya aparecíamos en el listado de inscritos en la VII CARRERA DE MONTAÑA “MINAS DE REMOLINOS”.  Ya  nos habíamos liado en otra. En esta hacia pirola uno de los miembros de las liebres de las Nieves, por asuntos ineludibles.

      El domingo 23 de junio, amanece un día estupendo, pero así como nos vamos acercando a la localidad de Remolinos, vemos  a lo lejos un “cejo” gris-negruzco que parece que va a complicar la mañana, aunque al final no fue así.

       Desembarcamos en Remolinos, sin tener ni idea de donde estará la línea de salida, ni el pabellón de deportes. De pronto aparecen ya unos cuantos runners con mallas, zapatillas y resto de aparejos con los que nos vestimos los corredores. Bueno, pues ya hemos encontrado la salida.  Aún no hay mucho ambientillo, recogemos los dorsales, y como todavía es muy pronto, nos vamos a “alparcear” por el pueblo. Vemos varias “joyas” de todos los estilos arquitectónicos…y recordamos que en este pueblo hay otras JOYAS que son las pinturas de Goya.
Nos volvemos a dirigir al coche, para proceder al ritual previo a cualquier carrera. Allí observamos que como compañeros de parking tenemos a los correcaminos de la Puebla.Nos colocamos el dorsal, nos untamos con cualquier crema que cae en nuestras manos. En ese momento me doy cuenta de que no he estado muy atento preparando la mochila, olvidado el gel energético y la gorra necesaria por si el sol, por si la lluvia. Todo subsanado José Marí ha traído dos geles y creo que la gorra no va a ser necesaria.
Perfil de la carrera.
      Vamos ya hacia la línea de salida y ya se ve el ambientillo previo, arco de salida hinchado, música a todo volumen y los participantes haciendo carrerillas y estiramientos previos. Se aceracn las diez y ya estamos todos preparados. Parecía que no teníamos muchas ganas, ya que nos colocamos al final de pelotón. Por fin suela el pistoletazo y el grupo empieza a estirarse. Callejeamos un poco y en poco más de trescientos metros estamos en la afueras del pueblo, en un camino prácticamente paralelo a la carrera. De pronto el camino empieza a empinarse hacia arriba, bastante hacia arriba. Al lado nuestro uno comenta: ¡ya veréis después de la curva!, y así es, la carretera,  que este tramo es todo asfalto, tiene una inclinación brutal. Esto continuaría  durante los tres primeros kilómetros. Las liebres no hemos venido a sufrir, y por lo tanto los tramos de mayor pendiente los hacemos andando, para darnos un infarto aún somos jóvenes. Pronto coronamos y empieza la bajada. Tal y como están marcados los kilómetros, volveremos a pasar por aquí.  La bajada nos lleva en menos de dos kilómetros al pueblo y pasamos por la línea de meta, donde está el primer avituallamiento, cinco kilómetros y medio. Animación al paso por la línea de meta., ya que es el final de los que han optado por el recorrido corto. Cogemos el agua y nos paramos a beberla tranquilamente.

     Empieza lo que denominaríamos el segundo bucle, llaneamos otra vez paralelos a la carretera pero en sentido inverso a los primeros kilómetros, pasamos algunas balsas donde se seca la sal y volvemos a inciar una nueva subida, otra vez bastante durilla. Las liebres volvemos a decidir andar. Todos los que nos han ido superando en las subidas, los hemos vuelto a superar en las bajadas o en los llanos, vamos a seguir así. Se van sucediendo subidas duras y bajadas pronunciadas, y aprovechamos en estas  para admirar estos paisajes tan abruptos.  En una de las bajadas hay un voluntario de Protección Civil., le pregunto si la siguiente es la última subida. Me contesta que sí, creo que no se sabía el recorrido, ya que después de otra bajada viene la subida de verdad que empalmará con el final del último bucle. Ya hemos pasado el kilómetro diez en cincuenta y cinco minutos, y a los pocos metros tenemos el segundo avituallamiento, cogemos el botellín, engullimos el gel energético, bebemos y echamos los desperdicios en la bolsa de basura que lleva un voluntario. Bueno, chino, chano nos encontramos en el kilómetro trece que es el kilómetro tres del primer bucle. A partir de ahora todo es cuesta abajo. Sobre el catorce adelantamos a una corredora de Transmendoza que nos pregunta cuanto queda, le contestamos que en torno a kilómetro hasta el pueblo y otro medio kilómetro hasta la meta. Nosotros seguimos a lo nuestro y tal como habíamos comentado subiendo, estamos bajando “a muete”. Observamos unos corredores bastante abajo, pero en pocos segundos los estamos superando. Kilómetro quince en una hora y veintitrés minutos La verdad es que hemos guardado fuerzas en las subidas y ahora se nota. Llegamos ya al pueblo y seguimos superando corredores. Cruzamos la meta, realmente frescos.  
Las liebres con su estilo característico arribando a meta.

      Solo hay que decir que los últimos quinientos metros prácticamente llanos los hemos hecho en dos minutos. Fin de la carrera, recogemos los regalos, mochila, calcetines, camiseta y 1 kg de sal.
Qué contentos con camiseta nueva.


     Para concluir quiero felicitar a todos los organizadores, voluntarios, patrocinadores, Comarca Ribera Alta, Running, Zenit, etc, etc, que hacen posible esta y otras carreras populares en las localidades del entorno de Zaragoza y que realmente superan en muchos aspectos a  las organizadas en la capital.


Y ahora ¿a preparar la maratón?


miércoles, 5 de junio de 2013

TRANSMONTESBLANCOS TRAIL 25 K


Sábado, 1 de junio, 16:00 h. Día y hora totalmente inhabituales para una carrera organizada. Pero esto no es una carrera al uso. El TMT (Transmontesblancos Trail) es un proyecto de un grupo de corredores que saben valorar todos los aspectos que un trail debe ofrecer a los participantes. Es decir, una prueba organizada (y muy bien por cierto) por corredores para corredores de monte (o montaña, según se mire, o desde donde se mire). Programada con cariño y desde la perspectiva que nos une a todos: El desafío personal en el marco de la naturaleza dura de los montes de Alfajarín, Villamayor y La Puebla de Alfindén.
 
 
 
El grupo de Las Liebres aparecemos a las 15:20 aproximadamente en las inmediaciones del complejo polideportivo de La Puebla. Aparcamos en el polígono industrial y nos acercamos a la zona de salida. Vemos corredores solitarios o en muy pequeños grupos que se dirigen allí. Son los valientes de la TMT 50K, que han finalizado el primer bucle de 25 km y, previo paso por meta, van a efectuar el segundo bucle que coincide con el recorrido nuestro.
Después de un poco de calentamiento y algunos estiramientos pasamos el control de dorsales y equipamiento mínimo (riñonera o mochila con agua y teléfono móvil). Nos colocamos tras el arco de salida y a esperar el chupinazo.
 
Fsssssshhhhh…. ¡puuuum!.  Salimos unos 180 participantes, 

La salida
los primeros a toda mecha para desde el principio tomar posiciones delante, el resto (la mayoría) más tranquilos. Fuera del complejo deportivo y ya en la calle nos dirigimos hacia la rotonda junto a la autopista, giro a la derecha y tomamos el camino paralelo a la misma para, en un km, pasar por debajo y salir a un camino asfaltado que remontaría un barranco laaaargo largo.

Pasa el km 2 y no me encuentro a gusto. El ritmo es bastante suave (5´30”/km) pero las sensaciones no me acompañan. Van pasando los kilómetros y adelantamos a corredores y grupos. Muchos de ellos son de la TMT50 que van a un ritmo notablemente inferior al nuestro, incluso algunos andan unos metros, otros de la TMT25 que han bajado la marcha con la constante subida.
Sopla cierzo y viene bien, a mí personalmente me ayuda a refrigerar el cuerpo del calor producido por el esfuerzo constante. En algún momento una loma nos protege del mismo y se nota ya calorina. ¡Con 21 o 22ºC que estamos!. ¡No quiero ni imaginar lo que fue el año anterior con 42ºC!. No es exageración lo que algunos calificaron como un auténtico infierno.
Así, en un camino que discurre junto al tollo del barranco, sin pendientes importantes pero en continuo ascenso, se hace un giro brusco a la derecha para subir un pequeño repecho y llegar al punto más alto del recorrido. Hemos completado los primeros 8,5 kms y ahora  atravesamos en suave descenso un enorme campo de cereal.  Llevo en la riñonera un bote de agua pero prefiero esperar a llegar al primer avituallamiento (creo recordar que era en el km 8,7).
Pero pasan los metros y no aparece. Les comento a mis compañeros “¿pero no había avituallamiento antes del 9?”.  La realidad fue que lo retrasaron un km más adelante, junto al km 10. Seguramente las razones fueron el proteger a los voluntarios que lo atendían del aire (para alguien parado podría ser bastante molesto).


Primeras subidas
Como habíamos decidido hacer, paramos, tranquilamente nos tomamos el gel, comentamos cómo va el tema, nos toman nota del número de dorsal y nos dan una botella de agua de 1,5 l.  Nos bebemos la mitad, rellenamos el bote y el resto lo dejamos en el puesto.



Salimos andando los primeros metros para que el estomago asimile el agua y el gel. Enseguida comenzamos a correr. Es cuesta abajo y las piernas van solas, enseguida pasan los kilómetros, el 10, el 11, el 12, un poco más ¡ya estamos en la mitad de la prueba, el 12,5!.
¡Ni de coña!. Podría ser la mitad de kilometraje pero lo que a partir de un par de kms vendría ya no tendría nada que ver.
Hasta ahora no me parece que la carrera sea distinta a cualquier entreno de los que hacemos por los montes de Cuarte o Valdespartera, incluso más flojo y a pesar de ello hemos pasado los 10K en 1hora (6´/km). ¡Quién nos diría que una semana antes habíamos corrido 5k a 4´20”!.
Un poco antes del km 15 nos aparece a la izquierda del camino un monte en el que se recortan unas figuras que suben. Van andando, con la cabeza gacha, y el paso acompasado con la misma. Algunos se ayudan con las manos en las rodillas, otros descansan a un lado del sendero. Bueno, por fin parece que esto se pone interesante.
 
Cresteando por los montes de Alfajarín

En un brusco giro de 150º se sale del camino cómodo y en 20 m ya estamos subiendo. Podría apurarse más la carrera pero ya los de delante han empezado a andar, y en el sendero es una tontería salirse de él para ganar unos metros.
 
Aquí se nota el sufrimiento de los TMT50, que ya llevan 41 kilómetros en las piernas. Es un repecho, el primero de los que vendrían después, que te hace regular el paso, acomodarte al resto del grupo y, como uno solo, subir todos chino-chano. Posiblemente los primeros lo subirían corriendo pero ahora no procede, se pierde más que se gana hacerlo así. Es hora de ser humildes ante la naturaleza de uno mismo y la que nos rodea.
 
Enseguida alcanzamos el alto, seguimos subiendo pero la pendiente es muy inferior y lo podemos hacer corriendo. Por senda, de uno en uno, que es como a mí me gusta. En determinado momento se comienza a bajar, también por senda, cómoda, con algún paso complicado pero que no se necesita parar para hacerlo. Sin darnos cuenta, en poco rato hemos descendido a la altura de la autopista.
 
Pero en doscientos metros nos espera el principio de una nueva subida, entre vales avanza un camino que corona, poco antes del km 17 otro monte. Paso al otro lado y bajada rápida hasta alcanzar el fondo de un barranco. A lo lejos ya se ve el toro de Osborne. Esa es nuestra próxima meta.
Subiendo la trocha, como podíamos
Desembocamos en otro barranco  y de nuevo dirección a la autopista. Un poco antes de llegar, ya se atisba a la izquierda la senda que sube al toro. Pero no se ve a nadie por ella. ¡qué raro!. La respuesta vino sola cuando, cruzamos el camino y nos envían por una trocha que se dirige, directa, hacia arriba. Huelga decir que aquí era imposible correr, casi lo era andar. En algún tramo había que echar mano a una piedra o ayudarse del matorral para seguir adelante. Vamos los tres juntos, la verdad es que vamos todos en fila india (es imposible que nadie adelante a nadie en este terreno).  Por fin giramos a la derecha y tomamos una senda que, en fuerte pendiente, nos subirá al toro. La pendiente es tan pronunciada que las suelas de las zapatillas no agarran, produciéndose un deslizamiento que nos hace extremar a tope las precauciones. ¡Puto yeso!, roca totalmente disgregada y peligrosa.
 
Por fin podemos trotar y cresteando  llegamos al toro. Veo a mis compañeros que han subido y han posado para la foto. Yo no tengo ganas y me tiro para abajo tras ellos.
 
Paco y José Mari bajo el toro de Osborne
 
La bajada es suave al principio, por camino. Después se alcorzaría por senda para volver al camino tras pasar la cabecera de un pequeño barranco. De nuevo en este subida, ahora muy suave, hacia el castillo de Alfajarín. Gente en la llegada al castillo y nos hacen pasar por entre sus muros, ahora sopla un viento del demonio y se pasa una zona algo expuesta. Atravesado el castillo salimos hacia la ermita, que está al lado. Aquí está el segundo avituallamiento, y gente animando.
Lo mismo que en el anterior, paramos, con tranquilidad nos tomamos un gel y bebemos mucha agua. Rellenamos (aunque ya no haría falta en los 6 kms que faltaban) los botes de agua y seguimos.
La bajada de la ermita se hace por un camino en escalera, con grava. Bajamos bien, en algo se tiene que notar el que hagamos las “escaleras del Batallador” de vez en cuando…
A mitad de bajada nos adelanta como un loco un corredor. Concluimos que sería de los primeros de la TMT12,5 que en ese tramo estábamos haciendo juntos. Todos revueltos TMT50, TMT25 y TMT12,5.
Alcanzamos la autopista, grupo de animadores (ahora se repetirían en todo el camino hasta la Puebla) y pasando aquella por debajo, enfilamos un camino de tierra (y hierba) que sería el que nos llevaría hasta el pueblo.


Castillo y, al fondo, ermita de Alfajarín
 

En este momento se nos juntan muchas cosas. El cierzo de cara, el cansancio y el aburrimiento de un camino recto, con sube y bajas pero amplio y recto, junto a la autopista.  Tengo una sensación parecida a la de los últimos 5 kms de la Carrera del Ebro. Después de lo divertido de los montes, barrancos y trochas, viene el aburrimiento de un camino que, sin dificultades técnicas, se hace especialmente tedioso.
Adelantamos a algunos grupos, muchos de ellos de TMT50, nos adelantan gente de la TMT12,5 que van como balas y al final, tras lo que parece una eternidad, llegamos a las inmediaciones de La Puebla de Alfindén. Nos adentramos en el pueblo, bajamos a la rambla y, subiendo de nuevo a las calles, en poco más de 500 m llegamos de nuevo al centro deportivo.
Entrada de los tres juntos, bajo el arco de meta y en un ambiente de gran animación. Una vez rebasado el arco uno de los organizadores nos pregunta: “¿Sois equipo?”. La pregunta me coge fuera de banda y le digo que no. Más tarde veríamos el porqué de la pregunta.
Llegada a meta
Estiramientos y una coca cola para meter algo de calorías al cuerpo, luego nos tomaríamos una cerveza y más tarde, en el pabellón donde se entregaron los trofeos, un par de vasos de sangría con bocatas de chorizo y longaniza. No va de coña, eh?.
Valoración muy buena, excepto el principio que me costó ponerme en marcha y la parte final que fue algo aburrida la carrera no se puede decir que nos fue mal. El tiempo final 2h37min puede parecer una barbaridad para 25 kms comparado con otras carreras pero es que esta se parece poco a las demás por cómo es y cómo nos la tomamos.  La idea no era hacer el mejor tiempo posible, sino disfrutarla a tope y sin prisas.

Y así fue.
 
Ya se oyen voces de que al año que viene nos apuntaremos a la TMT50. Yo no digo nada, el tiempo lo dirá, sobre todo el climatológico pues hacerla con temperaturas por encima de los 30ºC para mi es totalmente inviable. Pero bueno, están los lagartos que con el sol y el calor sacan fuerzas… De todo tiene que haber.


 

martes, 14 de mayo de 2013

XVI MEDIA MARATÓN ZARAGOZA


“O COMO EL ZORRO SE COMIÓ A LAS LIEBRES” 
Llegó el día, uno de esos días marcados en rojo en el calendario running de las liebres de la nieves. Este año es diferente, la preparación ha sido un poco caótica, por no decir nula. Hemos aparecido en la línea de salida sin saber muy bien como responderemos.

Bueno, pues ya es domingo, las siete cuarenta y cinco minutos. Las liebres nos encontramos en nuestro muro. No tengo ni ganas, ni sensaciones positivas para la carrera, llego sin descansar y después de haber trasnochado.
Cogemos el tranvía que nos acercará a la línea de salida, ya se empieza a intuir un ambiente runeril (como dice mi amigo Alfonso). En el vagón hay una amalgama de corredores de todo tipo de estilos, las chicas monas con modelito, el corredor maduro con su chándal de los setenta, los solitarios que observan al resto y por supuesto las liebres de las nieves hablando de dolores (cosa habitual en las conversaciones pre carrera).

Chino, Chano nos dirigimos hasta el pabellón de Tenerías y ya se observa a los corredores calentando y  se oye la música a todo volumen. Llegamos al Pabellón y primera sorpresa, hay un cola bastante larga para dejar los enseres sobrantes. Primeros nervios, pero rápidamente y sin entrar en los vestuarios nos quitamos pantalón largo, cortavientos, me coloco el dorsal, me doy un poco de silicona (quiero decir “vaselina”)  y con bastante celeridad dejamos las mochilas. Ya solo quedan veinte minutos para la salida. Toca estirar y calentar un poco.


Nueve menos cinco, nos colocamos en el cajón correspondiente, entre hora treinta y cinco y hora y cuarenta y cinco. Va pasando el tiempo y se cumple el horario previsto. Se da la salida a “Pacheco”, como siempre fiel a su cita. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, el segundo más largo de la historia, “pum” suena el pistoletazo de salida, y hala allá vamos. Recorremos el Paseo Echegaray, entramos por San Juan de los Panetes y cogemos ya manifestación. Primer kilómetro, con embotellamiento y todo lo pasamos en menos de cinco minutos. Nos enganchamos a la liebre de una hora y cuarenta, al lado nuestro un corredor afronta los veinte kilómetros descalzo, increíble  Calles estrechas, los kilómetros pasan rápidamente. Me encuentro bastante bien, el ritmo es fuerte, pero yo quiero seguir mi plan, “hasta que el cuerpo aguante”. Jose Marí sigue a mi lado y Alfonso va unos metros más atrás. Del “zorro” por el momento no hay noticias. 
Llegamos al puente de la Ronda, kilómetro cinco y primer avituallamiento. En este momento aparece el corredor que, según parece, va a batir el récord de la prueba. Se tira a por el botellín como si su vida fuera en ello y despotrica contra la organización, los voluntarios y todo lo que se pone por delante. Bueno, corramos un tupido velo, no merece más comentarios. Paso junto a José Marí por el km 5 en 23 minutos 26 segundos (4 min 40 sg/km), ritmo fuerte, seguimos con la liebre de una hora cuarenta.
 Subimos el puente del tercer cinturón, todo según lo previsto. Ahora viene la zona más aburrida, el Paseo Longares. Al entrar, nos encontramos con los que salen, eso desmotiva un poco, pero de salida toca al revés, nos encontramos con los que vienen por detrás.
Nos acercamos ya al km 10 y pasamos otro avituallamiento, cojo botellín de agua y me tomo el gel que llevaba preparado. José Marí me comenta que se para a tomar el gel, yo esperaba que volviera a enganchar pero ya no lo vería hasta la línea de meta. Sigo yo solo y no veo el cartel del kilómetro diez. Pero al paso por el once, mi cronómetro ha marcado 51 minutos 47 segundos (4 min 42 seg/km). Solo he perdido dos segundos respecto al ritmo de los primeros kilómetros.
Paso por la Plaza del Pilar por primera vez, hay bastante animación, varios colegios están animando en puntos estratégicos y la verdad son de mucha ayuda  cuando te encuentras con  algún bajón. Calle Alfonso, otra vez Manifestación, San Vicente de Paúl, entorno de La Seo, es un recorrido bonito, con bastante animación que hace que las piernas sigan respondiendo. 

Volvemos a entrar en la zona de la ribera, avenidas largas que se hacen pesadas. Aún me encuentro bien, pero el grupo de la liebre de una hora cuarenta ha desaparecido de mi vista. Me acerco  al kilómetro quince, y el cuerpo pide un poco de pausa. Avituallamiento, cojo agua y la cuesta de puente del tercer cinturón, se me atraganta, se convierte realmente en un muro, noto que no puedo, veo que me pasan corredores como si estuviera parado.
Llego a punto más alto del puente y una amable patinadora me da una ración de réflex en los gemelos que han sufrido en esta última cuesta. Me pongo otra vez en marcha y oigo por detrás: ¡Paco!, me giro y veo a Miguel Ángel “EL ZORRO”, viene como una moto. Lo aguanto un poco e incluso al inicio de la bajada lo dejo dos metros atrás. En ese momento noto un bajón, me quedo sin fuerzas, y eso que estamos bajando. Veo que Miguel Ángel me pasa, se va, intento seguirlo pero es imposible, “el zorro ha devorado a la tercera liebre”. Aquí empezará mi calvario particular.

Vuelvo al la Ribera del Ebro, me vuelvo a parar para recibir otra dosis de Reflex. Al poner la pierna para recibir el spray, se me sube el gemelo izquierdo, me retuerzo de dolor. El patinador que me atiende, me pregunta si estoy bien, y me da ánimos para seguir, pierdo unos segundos que parecen minutos. Vuelvo a correr (¿?), llevo los gemelos como dos piedras. Se pone un corredor a mi lado, y  me comenta que quedan poco más de tres kilómetros y que vamos muy bien (¿será él?), que esta ya todo hecho. Le respondo que si llego al puente de Piedra, tendré que terminar. Sigo a mi ritmo, pero veo que voy perdiendo tiempo, me pasan como si yo fuera a cámara lenta. Pienso en positivo,  esto ya esta hecho, solo queda la avenida hasta el Puente. Pero cual es mi sorpresa cuando giramos hacia el Paseo Longares. Por unos momentos todo se me viene abajo. Intento visualizar pensamientos positivos y me reengancho a la carrera. Vuelvo a pasar a algunos corredores y esto me anima. Lo paso mal en los cambios de dirección que hay al final de Paseo Longares pero he recuperado sensaciones. 
Paso el kilómetro diecinueve en 1 hora 32 minutos. Ya solo quedan dos. Vuelvo a la Ribera, misma sensación de la primera vuelta, veo a los que entran y esto me anima. En este momento entro en otra pequeña crisis, empiezo a pensar en la cuesta que hay que subir hasta al puente de Piedra y me voy hundiendo poco a poco, se me hace muy largo. Llego a la cuesta y la subo como puedo. Ya solo queda el repecho del puente de Piedra, lo paso dignamente. Salgo del puente y entro en la zona de más animación, entro en la zona de Don Jaime, giro a la altura de la Lonja y aquí oigo: ¡Quico!, es mi hermano Manolo que me anima desde las vallas. Los de alrededor aprietan el ritmo y a mi me toca hacer lo mismo. Entro en meta mirando el reloj y veo que el tiempo oficial está por encima de una hora cuarenta y dos minutos. He parado mi cronómetro y me marca 1 hora 41 minutos 53 segundos. La chica con la que he corrido los últimos metros, yace exhausta unos metros detrás de mí. Pienso que no ha estado tan mal, y que he perdido una gran oportunidad de bajar de los cuarenta minutos.

En esos momentos veo aparecer a Jose Marí y Alfonso, les he sacado unos pocos segundos. Recogemos juntos el avituallamiento, nos reencontramos con sus familias y el comentario unánime es “EL ZORRO SE COMIÓ A LAS LIEBRES”.

En definitiva, otra carrera más que hemos disfrutado, que hemos sufrido también. Esto es lo que nos gusta y esto es lo que hacemos. Ahora a por la próxima y a preparar la TMT de 25 Km

domingo, 28 de abril de 2013

XXXII SUBIDA AL SANTUARIO DE RODANAS

Tras algunos años dando la vara con esta carrera,  por fin este 2013 nos animamos a hacerla.
 
Perfil de carrera: "¿A que parece la subida al Anglirú?"
Personalmente una carrera que se configura como continua subida, sin ningún tramo en descenso, me parecía un poco peligrosa, pensando que los ritmos que llevamos en carrera no son precisamente como los de los entrenamientos. Se hacen más exigentes, aunque te plantees la prueba como un entreno más. Pero es que al final, la vena competitiva sale...
 
La subida en principio no parece excesivamente dura, siempre que sepamos descifrar correctamente el perfil de la misma que habitualmente nos ofrecen. A simple vista parece una escalada alpina, pero si nos fijamos detenidamente apenas son 300 m de desnivel, en 15,5 kms.
 
Nos presentamos las liebres a las 9:00 h del domingo 21 de abril en el polideportivo de Epila. La temperatura es fresca (5 o 6 grados) y hace un viento moderado del NO. No hay más de 10 corredores por ahora para recoger el dorsal, pero es que es muy pronto y no está el día para madrugar.
 
Nos hacemos con los dorsales y damos una vuelta por el pueblo, vamos a ver si tomamos un cortadito para entrar en calor. Después de media hora visitando el casco histórico hemos pasado por tres bares y los tres están cerrados, así que nos volvemos a la zona de salida para empezar a estirar y calentar un poco.
 
Ya hay más personal, han puesto en marcha la megafonía y comienza la animación. Llaman al equipo de corredores de Epila para "hacer la moto". Hombre, yo pensaba que estas carreras gratuitas tenían poco presupuesto... pero de ahí a que el propio club que la organiza tenga que fabricar la moto de cabeza...
 
Lo que quería decir el speakman era hacer la foto. Un "lapsus linguae" lo tiene cualquiera.
 
Ya son las 10:00 h y estamos todos dispuestos tras la línea de salida. Unos doscientos corredores más o menos, entre ellos cuatro o cinco chavales de 10 a 12 años de la escuela de atletismo del pueblo. Con una planta de atletas y un correr que augura muy buen futuro para ellos. El profesor los llevaría regulando hasta meta, tranquilamente, incluso con paradas para alimentarse bien.
 
Se pide un minuto de silencio por el atentado de la maratón de Bostón. Es impresionante, no se oye ni una mosca.
 

Cola de grupo en el primer kilómetro
Por fin se da la salida. Como no somos muchos, se hace bastante cómoda y el primer tramo que es en bajada ayuda. Llegamos a la rotonda de la carretera y enfilamos el camino de la estación. Todo este primer (y casi segundo) km es por asfalto. El ritmo vivo, nos sale a 4min45" el km.
 
Pasamos, por debajo del puente del ferrocarril y tomamos ya el camino de Rodanas. Todavía es asfalto, pero ya comienza a picar hacia arriba.
 
El grupo tras pasar bajo la vía
En esta primera parte aún andamos las liebres agrupadas y dentro de un grupo más o menos númeroso, más o menos cómodo de ritmo.
 
Pero enseguida me noto fuera de punto y con una molestia en las espinillas (no sé cómo coño se llama ese músculo). El caso es que me fatigo y llevo las piernas agarrotadas en la parte de abajo.  Paco comienza a distanciarse y Jose Mari y yo preferimos quedarnos en el grupo en el que estamos.
 
Paco se va distanciando...
 
El camino es amplio y bastante recto, con ligera pendiente. No es precisamente de los que a mi me gustan pero para rodar no es malo. Además el suelo está bastante bien.
 
Por delante Paco ha cogido el grupo al que perseguía y se ha puesto en cabeza del mismo. Yo voy en cabeza del grupo en el que nos habíamos quedado pero me adelantan y pierdo unos metros de contacto con ellos, incluído con José Mari que va en el mismo. Los tengo a la vista pero no tengo ganas de hacer ningún sobreesfuerzo para cogerlos, sino de ir a mi ritmo. Para colmo, el viento, que nos acompañaría toda la carrera, se hace especialmente intenso. Vamos directamente hacia el Moncayo, lo tenemos al frente con su cumbre nevada y parece que nos dice: "venid, venid hacia mi, pero sabed que nunca me alcanzareis".
 
José Mari y Alfonso frente al cierzo
Aparece en el km 6,5 aproximadamente el primer avituallamiento líquido. José Mari, que iba con una chica en pos del grupo grande, decide esperarme. Esta decisión suya me vendría fenomenal, pues con la paradiña (escasos 15-20 segs) para beber el agua tranquilamente, recupero y marchamos juntos. Los próximos kilómetros vamos muy bien de ritmo y me ha desaparecido tanto la sensación de fatiga como las molestias musculares. Posiblemente se deberían a falta de calentamiento precarrera.  Seguimos imbuidos en una camino carretero rectísimo y amplio. Viene el km 8 y me tomo el gel que llevaba, más o menos como había programado, a mitad de prueba.
 
A lo lejos nos aparece la carretera de Ricla a Fuendejalón, que la tenemos que cruzar, más o menos el km 10. Trescientos metros antes Jose Mari me anuncia que se retira, tiene molestias en la rodilla y, pensando en la jorgeada que tiene día y medio después, no quiere arriesgar a fastidiársela. Me parece una decisión acertada, a pesar de que me dejaría solo los últimos 6 kms.
 
Llegamos al cruce con la carretera y nos despedimos. Aquí comienza la parte más bonita de la carrera, una subida entre las faldas de montes de pinar que, aunque con mayor pendiente, se hace más agradable a los sentidos.  Delante tengo una chica que iba en el grupo grande que se ha ido descolgando. Me pongo a ritmo cómodo de subida y un poco antes del primer repecho, la alcanzo. Me dice que se le está haciendo dura la cuesta y la acompaño un rato animándola. En un par de kilómetros me comenta que siga yo solo, que voy más fuerte, pero le digo que no voy a ganar nada, que me da igual esperarla un poco. Ella lo agradece y acabamos la segunda cuesta (más larga) juntos.
Viene un tramo de falso llano y ella se pone a tirar, se encuentra recuperada y vamos a un ritmo por debajo de los 5 min/km. Me ha venido bien esperarla porque yo no me hubiera puesto a ese ritmo por mi solo (estoy un poco perro ultimamente).

Curva cerrada para pasar un barranco, sobre un puentecillo y aquí, a falta de 2 kms, comienza el último repecho. Aparece un corredor, bajando de meta del equipo de la muchacha. Se pone a su lado y aviva el ritmo. Yo me quedo pero la chica parece que ha tenido una buena recuperación y se adelantan unos metros.

Llegada a meta de Paco
Entramos en el pinar y ya se ve el complejo del Santuario, pasa el km 15 y comprobamos que hasta meta apenas hay 500 metros más. Ültimo esfuerzo y se llega  a la zona llana donde está el complejo. La gente flanquea el camino y anima a todo el que pasa. Unos metros antes de la línea de llegada me gritan: "esa liebreeeee...". Son José Mari (que ha subido con los de Protección Civil) y Paco, que ha llegado unos minutos antes.

Saludos, felicitaciones y vuelta por el Santuario. Lugar bonito, muy arreglado y limpio. Merece la pena volver con la familia y organizar alguna excursión por alrrededores para acabar con una comida en las barbacoas.

Mi tiempo final 1h22min38seg (por mi reloj). Contento, máxime pensando en las malas sensaciones del principio.

Mi valoración personal es que es una carrera un poco sosita (sobre todo en la parte inicial) que se hace entretenida hacia el final. Es bastante rápida y puede hacerse cómodamente. El próximo año no sé si repetiré, pero el que sea gratuita gana bastantes enteros. Ah, y sin chip ni nada, como en los viejos tiempos de la pedestría.