CAMINO DEL INFIERNO (una narración escalofriante de Paco)
Domingo
8:30 horas, parque José Antonio Labordeta, suena el pistoletazo de salida de la
VII MARATON DE ZARAGOZA. Por los altavoces suena “Autopista al infierno” de
AC/DC, nunca me pude imaginar que sería un presagio de lo que posteriormente
pasaría.
A la salida ¡Qué frescos que estábamos todavía! |
El
recorrido es el mismo que todos los años, me coloco acompañado de las liebres
en el final del pelotón, para así poco a poco ir avanzando hasta el lugar que debemos ocupar. Pronto empezamos
a pasar atletas, nos molesta correr rodeados de codos, y nos vamos encontrando
cada vez más cómodos. Primero pasamos a la liebre de 4 horas y antes del
kilómetro diez estamos ya delante de la liebre de 3 horas 45 minutos.
Abandonando por fin el Parque Grande |
Sobre
el kilómetro once, entablamos conversación con un corredor “Jesús Delrio”
“Macari”” ultramaratoniano-recortador de la localidad de Agreda. Nos comenta
todas sus hazañas desde que a los treinta y cuatro se dedica a esto del correr.
Bueno hablando, hablando, se van pasando, pasando los kilómetros y ya a la
altura de San José se nos alcanza Alfonso. Al grito de “cabr… no habéis mirado
hacia atrás”, pasamos de ser dos a ser tres
Casi
sin haberlo pensado, estamos ya en la media maratón por la Z-30 , tiempo 1 hora 47
minutos oficiosos. Vamos rápidos pero yo empiezo a notar que algo no funciona
como es debido. Voy haciendo “la goma” varias veces. Pierdo diez-quince metros
y vuelvo a reintégrame al grupo. Llegamos ya a la ribera. Ahora toca unos
kilómetros entretenidos, vamos a ver qué pasa. Entramos en el Casco Viejo de
Zaragoza, Arco del Deán, San Vicente
Paul, donde Alfonso tomaría unos metros de ventaja, Coso, etc, etc, hasta
llegar a la plaza del Pilar. Vamos prácticamente solos, en “tierra de nadie”, y por delante del grupo de 3h45min. Esto está
muy animado por algunos momentos me olvido de mis problemas y seguimos a lo
nuestro.
Ya llevo un par de kilómetros
pasándolo mal, me duelen las piernas. A
la llegada a la Plaza
del Pilar tomo la decisión y así se lo comunico a José Mari, que tiraba de mi
en estos momentos, me retiro. Es un buen sitio y estoy bastante cerca andando
de la guardarropía.
José Mari junto a Chema Martínez |
Miguel Angel, por Ranillas |
Llego al avituallamiento del
kilometro treinta y cinco, todavía quedan siete. Bebo dos botellines de agua,
un vaso de isotónica y reinicio la marcha. Por ahora voy a seguir andando. Me
empieza a pasar gente y me engancho a un “alma gemela” que me dice que no me
pare y vuelvo a correr, entre los dos
vamos animándonos y a la vez animando a otros. Cada vez que veo una
patinadora o patinador casi lloro de alegría y un avituallamiento con esponjas
supone unos minutitos de relax. Ya hemos hecho un grupo de cinco “almas en
pena” `por el Paseo Longares. Entre frases como “no puedo más”, “voy jod..”
“que aburrida es esta zona” “seguir vosotros” , se pasa este lugar. No sé si es
que me encuentro mejor o es que veo a los demás peor, la experiencia también es un grado, pero aquí
aún corro algunos metros tirando del grupito, o eso me parece a mí.
Afrontando la última parte |
Llegando... |
Ya estamos llegando a la Arboleda de Macanaz y del
grupo de cinco solo quedamos dos, el resto se ha ido parando. Bueno, pero hemos
vuelto a correr. No puedo apoyar en ningún momento con los dedos del pie, mi
correr ahora es apoyando el talón y un poco la parte externa, en estos momento
me veo el lunes en la cama sin poder moverme.
Veo acercase a una corredora
habitual de estas lides, “Lourdes”, cruzamos unas palabras, le doy la
enhorabuena por el pódium en el campeonato de España de 100 km en ruta, me pregunta que
tal voy, le contesto que muy mal, me anima, y sigue a toda mecha. Bueno como un
Ferrari ella y un seiscientos yo. Veo la noria y toca la subida en la entrada
de Helios, la hago corriendo. Al girar
hacia la derecha se me vuelven a subir los gemelos, creo que esto habrá
ocurrido ya una docena de veces. Por aquí me debió pasar el grupo de cuatro
horas. No quise ni mirarlos, no sea que me hubiera animado a seguir con ellos.
Patinadora a la vista, a por ella y frío, otra vez frío, gracias.
¡Vamos, Paco, que ya lo tienes! |
Pasarela del Voluntariado |
Ahora me saluda otro buen amigo:
Alberto Pallarés (gran marchador y mejor persona), por la cara que pone, me
debe ver muy jodido. Me pregunta si me he hidratado bien, le contesto que sí (me
estoy bebiendo hasta el agua de los charcos), que me duelen mucho las piernas.
Otra vez ánimos, en estos momentos se agradecen mucho. Pero, ya no puedo más , debo haber corrido ochocientos metros y las
piernas dicen que vale. Me planteo andar
el puente de la Almozara, intento
estirar pero no puedo, al enfilar la bajada hasta la Ribera otra vez piernas
contracturadas, gemelos subidos y dolor mucho dolor. Me paro y decido andar
hasta el final, deben de quedar poco más de dos kilómetros. Más patinadoras, más spray, creo que las he
conocido a todas.
Meta ¡por fin! |
Penúltimo avituallamiento,
palabras de aliento de los voluntarios, las más mayores no miran con cara de
preocupación, esponjas, agua, isotónica, agua, isotónica, agua, esponjas… ya estoy en la pasarela del voluntariado, me
apoyo en una valla he intento estirar, del dolor se me escapa un grito y algún
que otro exabrupto, un policía se me acerca y me pregunta si me encuentro bien.
Le contesto que sí, que solo me duelen las piernas, que ya es bastante cuando
se está corriendo. Empiezo a cruzar la “pasarela del Voluntariado” y todo me da
vueltas, por un momento me pasa un rayo, creo que era Chema Martínez, me quedo parado y pensativo, estaré viendo
visiones.
Fin del Los amigos al completo |
Esta vez el MARATON me intentó derrotar, me tuvo en sus manos pero me levanté y le gané, cuatro a cero. El año próximo veremos quién gana. Ahí queda el reto.