La carrera de Mularroya siempre ha sido de nuestras
favoritas, quizá porque fue de las primeras de montaña que disputamos y por el
trato de sus organizadores, el Club Atletismo de La Almunia.
Con la mente abierta hacia lo que puede salir, nos
presentamos a las 10:10 h en la zona de salida. Nos hemos seguido apuntando a
la carrera corta (15 kms) cuando es el segundo año que se ofrece una de 21,5
kms por parajes nuevos. A ver si el próximo año damos el salto por variar.
Lo primero es hacernos con los dorsales y buscar un bar para
tomar un cafelito caliente, que apetece mucho, por lo menos a mí. Además dicen
que la cafeína reporta un plus al rendimiento deportivo (será al que tenga
cosas de esas).
Las 10:30 y dan la salida a los valientes de los 21,5 kms. Estamos
intentando elegir entre nuestro “fondo de armario”, mejor quedaría “fondo de
maletero”, qué ponernos. La decisión se basa única y exclusivamente en
criterios atmosféricos y meteorológicos (temperatura, viento…). Como no vienen
las mujeres nos da igual que no combinen las prendas. Podemos ponernos una
camiseta verde con un pantalón fucsia y unos calcetines blancos con buff
amarillo, ¡y no pasa nadaaa!.
El perfil, a pesar de lo que parece, no es tan duro. |
Medianamente reconciliados con la estética calentamos al
trote durante 10 minutos, estiramos y a las 10:58 nos colocamos tras el arco de
salida/meta.
Suena el pistoletazo de salida y de inmediato ya estamos
corriendo. Es lo que tienen estas carreras con apenas 200 inscritos.
Salimos de la población buscando los campos olivares por
pista asfaltada que pica un poco ya hacia arriba. Al rato miro el reloj y me
marca 5min54seg, pienso que ya hemos pasado el primer km, Sebastián me lo
confirma, 1,2 km. Esto es ligeramente por debajo de los 5min/km, bien. Me
encuentro muy bien, recuerdo el año pasado que ya de salida iba como fatigado.
Creo que éste, que llevo descansando desde el miércoles, he acertado.
Entramos en terreno de tierra, ¡por fin!, decía alguno. La
pista no está muy bien, muchas cárcavas, piedras y baches, pero ya teníamos
ganas de entrar en terreno blando. Enseguida, km 3,5 aprox. y entrada en el
pinar bajo. Rápidamente comenzamos la ascensión por el barranco (no recordaba
que se cogía éste directamente). Senda muy técnica, con muchos pasos delicados,
de estudiar bien dónde se pisa, mucha piedra angulosa que hace que, a escasos
500 metros ya estemos andando. No me viene mal andar un poco para recuperar de
las primeras cuestas, pero cuando llevo 5 minutos me canso e intento adelantar.
Puedo adelantar a un par de féminas y otro par de caballeros. La ventaja entre
andar y correr no es mucha, pero me fastidia hacer casi toda la subida del
monte andando. Al rato salimos del barranco y alcanzamos una zona de pinar más
“corrible”, esto es otra cosa. Seguimos yendo en fila de uno y el ritmo me
resulta cómodo de llevar. Alguna rampa que hay que cogerla “con carrerilla” y
cruzamos la pista. Aquí, recto seguimos atacando la última parte de la subida,
la cresta del monte Mularroya. Un poco más de correr y de nuevo la fila de
gente caminando. Sigo corriendo un poco más, hasta que la pendiente se hace
insostenible y, los últimos 200 metros, los hago andando, apoyando los brazos
en las rodillas e impulsándome de esta manera como los buenos de los trails.
Llegamos al cabezo y ya a 100 metros se adivina el puesto de
avituallamiento líquido, km 6 (tiempo 37 min). Decido tomar una botellita de
agua y parar un poco (40 segundos más o menos) para tomármela y ver si vienen
mis compañeros.
No los veo, si que veo llegar a María José Poves que había
hecho el primer tramo marchando. Arranco
de nuevo y me dejo caer por la pista. Sin esforzarme mucho cojo velocidad,
aviso a alguno de la presencia de alguna curva cerrada y peligrosa. En estos
momentos recuerdo cómo bajábamos otros años por aquí. Decido ser conservador y
a ver si me pillan las otras liebres.
Me adelanta gente que tira mucho hacia abajo y ha sido
conservadora en la subida, no me pico, voy a mi marcha y tengo de referencia a
un grupeto de 5 personas delante, a unos 15 metros. Buena distancia para
reaccionar y mantener ese ritmo. Voy muy cómodo, y sin apenas darme cuenta
llego al final de la primera cuesta. En este momento se me une un mozo que no
conocía la carrera y, a la vista de la curva y de nuevo cuesta hacia arriba, me
pregunta qué viene ahora. Se le había
hecho muy dura la subida. Yo le contesto que son apenas 750 metros de subida y
ya todo para abajo. Le indico por dónde se incorporan los de la carrera larga,
que vemos venir, con otro ritmo más tranquilo que el nuestro.
Monte de Mularroya |
Por fin alcanzamos el segundo punto alto y nos adentramos en
senda entre los pinos y, al final, en otro barranco de bajada. Voy muy bien
situado pero no puedo manejar bien la velocidad con los brazos. Me lo impide la
lesión del hombro izquierdo y decido ir más tranquilo, doy paso a todo el que
veo detrás, facilito al extremo los adelantamientos y no me importa perder
posiciones, no estamos para jugárnosla con cualquier pedrusco.
Como todo lo que empieza acaba, el barranco también. La
senda técnica se convierte en camino que me da una mejor posibilidad de correr.
Aquí me adelanta la Poves que, con un ritmo que parece muy cómodo, pone tierra
de por medio. Adelanto a alguno que va
un poco cansado (puede ser de los 21,5 kms o de los 15, en estos momentos estamos
todos revueltos), sigo teniendo de referencia al grupeto de cinco con los que
voy desde la cumbre y calculo que apenas quedan unos 3,5 kms para acabar. Miro
el reloj y veo 1h04min.
Viene como en casi todas las carreras (la del Ebro, la TMT
de La Puebla) el ineludible tramo final asqueroso, relativamente llano y
aburrido. Pongo el “piloto automático” e intento abstraerme de los pensamientos
negativos.
Cruzamos por debajo de la acequia donde todos los años, y este no iba a ser
menos, hay un charco y, al ratico ya estamos en la pista asfaltada, un
kilómetro escaso y meta!. En estos momentos tengo a 20 metros a la Poves que ha
reanudado el estilo de marchadora. Me cuesta una barbaridad alcanzarla ¿cómo es
posible tener esa velocidad de marcha?. Pero, claro, para eso es élite
nacional. Por delante un rosario de corredores, la culebra multicolor que dicen
en ciclismo, de uno en uno todos por la misma margen de la carretera. Ya se
adivina la curva a 90 grados y, tras esta, unos 100 metros y meta.
Un servidor en el último sprint |
Pico en 1h23min, tiempo bastante discreto pero con muy
buenas sensaciones al acabar. Otros años hemos hecho mejor tiempo pero he
acabado sufriendo como un perrrrroooo!.
Me quedo con lo de hoy. Calculo
(luego lo confirmaría) que habría quedado por mitad de tabla más o menos.
Espero al resto de compañeros que vienen en un rato y juntos
entramos al pabellón, sin estirar ni cambiarnos que el año pasado fuimos a
“adecentarnos” y nos quedamos sin aperitivo.
Sebastián y José Mari disfrutando de los últimos metros |
Ambiente estupendo post-carrera |
Dentro, como no puede ser de otra manera, barra libre de
cerveza y de otra cosa que dicen que lo
es pero que no tiene alcohol. Después
pistoletazo de salida a las viandas. Nos colocamos en una mesa con los del
atletismo JALÓN que comen como jabatos y con los que compartimos unas risas,
sobre todo con Lurdes Chávarri, a la que felicitamos por su campeonato de
España de los 100 kms.
Uno de los héroes del día: El cortador de jamón |