III CARRERA REINO DE LOS MALLOS
Un viernes cualquiera te levantas de la cama y preparas lo
que comienza a ser el último día de la
semana laboral. Sin otras expectativas que las de las habituales rutinas y de
poder comenzar un fin de semana sin demasiado esfuerzo.
Todo eso cambia cuando tu compañera en la vida te comenta
que una escapadita en plan novios estaría más que bien.
Hete aquí que uno se ilusiona como cuando era un adolescente,
hasta que escucha de nuevo la dulce voz de su amada diciendo ‘’Llévate las zapas’’.
Pero… ¿y la escapadita de novios?
Escapadita hubo y de novios también, pero menuda forma de
demostrarnos amor y cariño.
-Esto es lo que se entiende ahora por ‘’Escapada de novios’’
Nos presentamos en Murillo de Gállego el domingo por la
mañana, con ‘’las zapas’’ y las cosas del correr. Habíamos engañado a un
amiguete a ultimísima hora del sábado y se acerco a la línea de salida sin saber
muy bien donde se metía.
No sabe donde va y con quién. |
-Aquí diciéndole ‘’La carrera es corta y preciosa, nos lo
vamos a pasar chupilerendi’’
Así que después de comprobar que estábamos inscritos, como
siempre, fuimos a cambiarnos y poder hacer el calentamiento previo.
Ella- Bueno ¿Te gusta esta escapada romántica?
Él- Estooo… No lo
acabo de ver.
La carrera del Reino de los Mallos tiene 3 modalidades. Una larga de casi 23k, la corta de 13k y medio y una carrera para los peques de 2,5k.
Rutas |
Nos habíamos inscrito en la modalidad corta, ya que en el
verano no habíamos metido kilómetros a las piernas y sabíamos, por experiencia
propia, que a estas carreras vienes en condiciones o no las terminas o te
puedes medio infartar.
Nos colocamos en la línea de salida y comentamos que lo suyo
sería salir con un paso alegre pero sin alardes, para poder ponernos en el
grupo de delante e intentar evitar el típico embudo a los 2-3 kms y no
quedarnos parados. La idea era salir a 5min/K y luego ya pasar a 5.40-5.50 y
tirar Mallos arriba.
Dieron la salida y noté que algo ligeros íbamos, en el
Garmin quedó marcado un 4.20 pasado el primer kilometro… Igual nos calentamos
un poco, la verdad.
Así que tocó levantar el pie y ser conscientes de que todo agosto sin prácticamente correr y salir
en el primer kilometro como si lleváramos entrenado 3 meses para una maratón
nos iba a reventar enseguida.
Salimos de Murillo y enfilamos camino hacia el pueblo
vecino, y más famoso, Riglos.
La llegada a Riglos es cómoda. No encontramos los temidos tapones iníciales por algún
estrecho sendero y se llega a buen paso. Lo que si te encuentras es algo
curioso. Antes de llegar a Riglos se cruza una pasarela colgante que permite el
paso al otro lado del Gállego en la que, obligatoriamente, te piden que la atravieses andando por aquello
de la seguridad y estabilidad.
Pasarela en cuestión. |
Una vez cruzada, se retoma el ritmo y a los 4,5 kms aprox. , desde la salida, correteamos por las calles de Riglos para
comenzar a ascender a los Mallos.
Como apunte decir que la subida la hacemos por donde hice la
bajada en la I Carrera de Los Mallos de Riglos el año anterior, y que si
bajarla en aquella ocasión me pareció bastante técnica y exigente después de 20
kilómetros corriendo por el monte, subirla ahora me estaba haciendo pensar que
era una manera de ‘’calentar’’ los gemelos y las lumbares de ensueño… (Modo
irónico off).
Comenzamos a ‘’trepar’ y ya sentimos lo que nos espera.
Subida escarpada y dura, nada de paseo por el campo y notamos la inactividad
veraniega. Comprendemos enseguida que sin entreno suficiente, esta subida nos
fundirá vivos. Así que tirando de cabeza y tragándonos el orgullo, adoptamos el
paso montañero y dejamos que nos pasen los más valientes y preparados.
Intentamos, entre resuello y resuello, disfrutar del
maravilloso entorno y sus vistas.
Seguimos adelante y seguimos notando como pican los
cuádriceps y nos cantan los pulmones. La
subida de las trae y mantenemos un paso acorde a la exigencia que sufrimos.
Modo trote-caminata montañera en todo su apogeo.
En el kilometro 7,5 aproximadamente, coronamos el punto más
alto de la carrera y nos damos un merecido y necesario respiro, parando a
oxigenar, beber y comer algo de fruta, por ese orden.
La subida es patente.
Tomando el necesario descanso nos sorprende ver llegar
detrás de nosotros a otra pareja conocida que también habían planeado una
escapada romántica de novietes… Esto del correr perjudica mucho la salud mental.
Digo sorprende, porque dicha pareja nos había sobrepasado 2
kms atrás y verlos llegar nos hizo preguntarles que les había ocurrido.
Sencillo, se habían equivocado de camino. Suele suceder en estas pruebas, y
habían tenido que desandar un trecho, nada grave.
Se han dado casos de corredores que han alargado sus
carreras por perderse y sumar gratis unos kilómetros más a las piernas, vaya
faena.
Iniciamos el descenso y después de un tramo algo técnico al
que había que prestar atención por aquello de tropiezos y caídas, llegamos a un
sendero en el que podemos correr tranquilamente y solo disfrutamos de la
carrera sin observar mucho donde pisamos. Pero es algo pasajero, ya que a los 2
kilómetros como mucho, quizá menos, volvemos a meternos en tramos sinuosos y
con piedra suelta.
Todo esto nos conduce al Barranco de la Mota que, en otras
condiciones, lo habríamos bajado a fuego, pero la cosa no estaba para tirar
cohetes. Decidimos entonces hacer la
bajada a ritmo prudencial hasta llegar al camino que lleva de nuevo a Riglos.
Nos ponemos paralelos a la vía del tren y enfilamos hacia Murillo.
Antes de llegar, volvemos a atravesar la pasarela colgante
en modo walking y ya, finalmente, recorremos los últimos tramos entre arboleda
varia a trote ligero.
La llegada a meta, como no podía ser de otra manera, se hace
en subida. Para recordarte de que aunque
no falta mucho, aun no has llegado. Es una manera divertida a la par que graciosa
de acabar con lo que te queda de aliento. Sabes que ya has llegado, oyes la
megafonía, la gente animando en meta pero hay que apretar y seguir subiendo.
Llegados sanos y salvos, recuperamos la poca vida que nos
queda y después de unos breves estiramientos nos acercamos a darnos la merecida ducha, con agua del tiempo,
para refrescar ideas y sensaciones.
Que bonita camiseta |
Nos quedamos en la zona de llegada esperando, estirando y aplaudiendo al resto de corredores para luego asistir a la
carrera de los más pequeños y posteriormente a la entrega de trofeos.
Aquí llega la bomba de la mañana cuando anuncia el speaker
local que mi gacelilla ha quedado tercera en su categoría y consiguiendo un
puesto en el podio. Entre sorpresa y alegría, ya que habíamos llegado sin
entrenar y con la sola intención de pasar la mañana haciendo lo que más nos
gusta, corretear por el monte, la gacelilla lebruna se sube junto
a las otras 2 corredoras para recibir su trofeo.
Para finalizar nos fuimos a comer a la Plaza del
ayuntamiento de Murillo. Lugar donde
habían instalado una carpa y nos dimos un merecido homenaje. Subrayar que la
organización y el menú de la comida nos sorprendió mucho y gratamente, ya que
comimos en cantidad y calidad (Primero, segundo, helado, fruta, agua, cerveza,
vino y de remate café) y los turnos para pasar a buscar la comida fueron
divertidos y peculiares.
Nada más que decir.
Una carrera preciosa y dura. Una muy buena organización y
unas ganas enormes de volver para la siguiente edición. Otra prueba que se
puede convertir en una fija del calendario.
Volveremos.
Buena crónica. Enhorabuena, campeones!!!. Muchos fines de semana "románticos" así!.
ResponderEliminarPues vaya!! No puedo decir otra cosa: que envidia cochina me dais!! Una cronica amena a la par que divertida!!
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