A todos aquellos que nos ven empujando la pared:
Nuestra única intención es estirar cuadriceps y gemelos. En ningún caso queremos mover el edificio ni ganar espacio a la calle para poder aparcar en batería (aunque moverlo, lo hemos movido).


miércoles, 23 de noviembre de 2011

MARATON ZARAGOZA 2011. LA CRONICA KIKO66

Faltan pocos minutos para las nueve horas del día 6 de noviembre. Por segundo año me encuentro en la salida de la maratón de Zaragoza, acompañado de mis dos compañeros del grupo “liebres de la Nieves”. El día no es todo lo bueno climatológicamente hablando como quisiéramos, pero parece ser que no es tan malo como lo habían pintado, al menos no llueve.
Ya se acerca la hora de salida y los nervios empiezan a aparecer, en estos momentos también se te pasan por la cabeza cosas como:” y yo que hago aquí, fíjate con el día que hace que ganas y otras por el estilo”. Realmente en la línea de salida se piensa en muchas cosas y si no era así en este momento, es que el cerebro tenía principios de haberse congelado, hacia realmente frío, aunque muchos decidimos salir en manga corta y algunos, los más valientes, en tirantes.
Por fin se da la salida, pistoletazo, música a tope y todos empezamos a trotar, cada uno buscando el ritmo que intentaremos no abandonar hasta el final.
Estos primeros kilómetros discurren por el parque y la ribera del Canal, el grupo de las liebres nos encontramos en el kilómetro tres inmersos en el grupo de las cuatro horas, magistralmente dirigido por Jesús Arroyo y su megáfono, realmente es una gozada correr al lado de este mago del trotar y hablar al mismo tiempo.


Da gusto oir sus comentarios.Sin casi darnos cuenta ya estamos en el kilometro cinco y primer avituallamiento, los VOLUNTARIOS, si con mayúsculas, nos ofrecen el líquido elemento y siguiendo las buenas pautas de un maratoniano hay que beber medio botellín por lo menos.

Volvemos al parque pasamos otra vez por la línea de meta y se oye la musica de los Heroes con una canción dedicada al VIENTO, creo que no habia mejor banda sonora. Ah, que no lo había comentado, pues el viento nuestro llamado CIERZO nos lleva acompañando desde la línea de salida, pero al estar al resguardo de los arboles de este magnifico parque del que podemos disfrutar los corredores., no lo estamos notando. En este momento ya rodamos en solitario y nos encontramos en tierra de nadie entre la liebre de tres horas cuarenta y cinco y la de cuatro horas.
El recorrido sigue por el Canal Imperial, donde se encuentra el segundo avituallamiento, toca beber otra vez, primero en dirección a las Esclusas de Casablanca, en donde nos aclaman como héroes algunos familiares y amigos de las famosas Liebre de las Nieves, y posteriormente hacia el paseo Cuellar que enfilamos rápidos dirección Paseo Sagasta.
Aquí ya nos da el viento de cara y aunque llevamos pocos kilómetros en torno a quince, ya empieza a hacer mella. Nuevo avituallamiento y se me ocurre coger un poco de bebida energética (Gat…., no digo el nombre ya que no nos patrocina), solo beberla ya me doy cuenta que no ha sido una elección adecuada, al paso por la Avda Tenor Fleta noto como se me ha cruzado en el estómago, provocándome una sensación rara y a la vez molesta. Menos mal que esto duraría solo unos minutos.
A la altura del Camino de las Torres ya vemos al grupo de tres horas y cuarenta y cinco minutos y allí que vamos, es un grupo bastante numeroso y por el momento parece que el ritmo es asequible. Después de llegar a Miguel Servet y dar unas vueltas por sus calles aledañas y de un nuevo avituallamiento, nos adentramos en una zona que puede ser complicada, la Ronda Hispanidad dirección rio Ebro. Aquí si que sopla el cierzo de verdad y sin quererlo pasamos la Media Maratón, ya tenemos hecha la mitad del trabajo, ahora realmente queda lo de verdad.
Kilometro veintitrés, empieza el infierno, el CIERZO nos ataca totalmente en contra de nuestro avanzar, aunque el ir en un grupo tan numeroso ayuda mucho. Ahora toca pasar al otro lado por el Puente de Piedra, cierzo lateral que hace tambalearse a algunos de los corredores ya justitos de fuerzas, es la hora de tomar nuestro primer gel, tal y como los entrenamos en nuestras salidas de preparación. Aquí aparece de la nada mi hermana Carmen que nos animara hasta el final en diversos puntos estratégicos de la carrera.
Se vuelve a pasar el río por el Puente de Hierro y vuelta al Paseo Echegaray, cierzo de espaldas, o sea a favor, pero es tan fuerte que se hace molesto. Llegamos al Puente de Gimenez Abad y pasamos por tercera vez el río por uno de sus puentes, ventolera impresionante, no se que imagen se llevarían los forasteros de este recibimiento. Bajamos por los alrededores del Paseo Longares donde pasaremos el kilómetro treinta, esto casi esta hecho, este es el momento de encontrarse con el famoso muro. Nuevo avituallamiento, además de bebida ya se nos ofrece naranjas y plátanos. Chupo un gajo de naranja y José Marí me acerca un trozo de platano, doy buena cuenta de los dos.
Enfilamos enseguida el paseo de la Ribera , aquí empiezo a notar que algo falla y después de pasar por debajo del Puente de Santiago, único puente que no pasaremos, enfilamos ya la Avda Ranillas después de superar el repecho del Club Helios. Cruzamos el puente de la Almozara y mis piernas no quieren andar. Al bajar al Parque lineal de Ebro me da el total bajonazo, soy incapaz de seguir el ritmo de mis compañeros que aminoran el ritmo para no perderme. Noto que estoy casi parado, las piernas no funcionan y el cerebro creo que no esta por la labor de mandar más esfuerzo. Ya estamos en el kilómetro treinta y cinco, solo siete a meta, recojo un trozo de plátano y un vaso de bebida energética y en ese momento aparece un ángel de la guarda, bueno, es Alfonso que nos recuerda que no hemos tomado el segundo gel. Lo saco como puedo de mi bolsillo y me lo tomo con avidez mientras pasamos la pasarela del Voluntariado, aquí ya el viento es insoportable, pero como hay algunos valientes animando, me armo de valor y sigo para adelante acompañado de mis dos ángeles de la guarda.
El paso por el frente fluvial de la antigua Expo se me hace insoportable, voy realmente reventado, las lagrimas brotan de mis ojos, no se si es el cansancio, el viento que no para de azotarnos como frágiles ramillas, o el muro con el que me golpeo. Ahora si que oigo al hombre del Mazo, no para de decirme: déjalo, para que sufrir más, no seas tonto, otra vez será. Gracias a mis compañeros no le hago ni caso. Enfilamos Avda. de Ranillas a favor del viento, aparecen las amigas y amigos del Reflex y aprovecho para tomar un par de raciones, intentando no parar ya que no creo que pueda volver a trotar si lo hago. En una revuelta aparece mi hermana que nos anima, creo que se ha dado cuenta que voy con la segunda reserva encendida. Vuelta otra vez en contra del viento solo quedan cuatro kilómetros y parece que he recuperado, será el gel, nunca lo sabré, pero el hombre del Mazo se ha tenido que ir a buscar a otra victima.
Bordeamos la rotonda de las banderas y nos dirigimos al Puente del III Milenio, cierzo impresionante, es complicado incluso mantenerse en pie, pero allí seguimos y como bien decimos en esta tierra: cóóóo no rebles.
Pasamos el Puente y ya solo nos quedan dos kilómetros. Aquí esta mi familia para animarnos en los últimos tramos, enhorabuena por la valentía, no estaba el día para estar al raso. Entramos en el Pabellón Puente y el viento casi nos tira, ya que el tubo hace efecto de chimenea, pero ya nada importa, último kilómetro, es el momento de recomponer la figura y entrar lo más dignamente en la línea de meta. A falta de un centenar de metros, un grito sale de entre la multitud “VEEEENGAAAAA ESAS LIEBRES DE LAS NIEVES”, es mi hermana Carmen que nos ha apoyado a partir del kilómetro veinticinco y no ha podido tener mejor colofón. Llegada en honor (no olor) de multitudes, este año lo conseguimos los tres juntos y nueva marca a batir: 3 horas 47 minutos.
Por último solo decirles a mis compañeros: ¡GRACIAS!, sin vuestra ayuda no hubiera podido acabar mi segundo maratón.

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