A todos aquellos que nos ven empujando la pared:
Nuestra única intención es estirar cuadriceps y gemelos. En ningún caso queremos mover el edificio ni ganar espacio a la calle para poder aparcar en batería (aunque moverlo, lo hemos movido).


viernes, 11 de noviembre de 2011

PROLOGO A LA CRÓNICA DEL MARATÓN ZARAGOZA 2011



Ya pasó la Maratón de Zaragoza 2.011. Y pasó con gloria para los algo más de 900 corredores-sufridores que tuvimos, parafraseando al gran Forges, los bemoles de salir en un día en que todo se tornaba en contra. La climatología mala, con un viento fortísimo que llegó a alcanzar los 100 km/h en algunas zonas expuestas, la temperatura fresca, incluso algún amago de llovizna hubo. Los miedos a que surja la tendinitis, no saber si aguantará la rodilla, si con la vaselina hemos sido espléndidos o tendremos rozaduras por toda nuestra vitrubia anatomía…. Las incertidumbres de salir más o menos abrigado, de jugárnosla y salir con  poca ropa para no sudar en exceso.




Al final, ni los más optimistas hubieran imaginado que sería el maratón con menor porcentaje de abandonos, con menos asistencias médicas y del que más contento iba a salir el personal pedestre.
Y esto puede tener una fácil explicación: A los aragoneses, basta que nos digan que no salgamos para hacerlo. “No voy a saliiiir!, amos no me jodas!, por un poquico de aire que hace!”. Y la gente salió, tranquilamente y en grupo, pero salió. Todo el mundo tenía claro que no iban a hacer grandes marcas. Y por eso más que una carrera competitiva se convirtió en una manifestación más o menos espontánea de que, a pesar de las adversidades, las personas tenemos la capacidad de conseguir los objetivos que nos planteemos. Máxime cuando detrás de ellos hay un tiempo largo de preparación y sacrificio. Buena lección para los tiempos que corren.

El domingo se amaneció temprano, sobre las 6:50 h de la mañana. Pero, a juzgar por lo que comentamos, todos habíamos pasado la noche con momentos de vigilia entre el sueño. En estos oíamos el ulular del viento y el ruido de las hojas de los árboles mecidas por el mismo. Personalmente tuve un sueño extraño: Me presentaba bajo el arco de salida y estaba solo, no había nadie, el sonido del viento era cada vez más intenso… De repente, se me acerca una figura oscura por detrás. Yo le pregunto: “Y el resto, todavía no han venido?” y él me responde: “Pero criaturilla, con el día que hace, anda vete a tu casa que tienes una calefacción de p. m.”.
No sé si eran imaginaciones mías pero esa misma figura oscura me pareció ver unos pasos por detrás nuestro entre los kms 37 a 39 (a la altura de la torre del agua). Aquí fue donde avivamos el ritmo. No lo vi llegar a meta. Mira que si es el tío del muro ese!.

Bueno, sigo con la realidad que la ingente masa lectora del blog se va a aburrir y se irán al blog de Punset, nuestra competencia directa (en el bottom-ten).

Una vez levantados decíamos, con nuestras necesidades fisiológicas hechas y tras las tostadas, leche, cereales y café de rigor,  alguno se volvió a echar una cabezadita y otros leímos hasta la hora de ponerse el traje de luces.
Se hacen las 7h30´. Nos empezamos a embadurnar las ingles, los pezones, los dedos de los pies con vaselina. Y es que casi cuatro horas es mucho tiempo realizando el mismo movimiento y sudando por todos los laos. Nos vestimos y, antes de poner las zapas, bien de Voltarén “por donde más nos duele” menos por la honrilla. Esto creo que a Filípides ni se le pasó por la cabeza porque si no, no hubiera cascao ¡Qué pringao!.
Bajamos a las 8:00 al muro y estiramos. A pesar del día nos encontramos con ganas. Total, desde que se inventó el bono-bus no hay nada que temer. Decidimos bajar al parque andando, para ir calentando, a diferencia del año pasado que el calentamiento lo hicimos directamente en carrera,… durante 42 km.

En unos veinte minutos estamos en el parque Grande José Antonio Labordeta “Soooomos, como esos viejos árboles-batidos por el vieeeento-que azota desde el maaaaar…”. Nunca mejor dicho. Estábamos en alerta naranja y, tras dejar la carrera el circuito del parque, lo cerrarían.
El ambiente estaba algo frío, poca gente, no había música. Pero todavía era pronto. Directamente nos dirigimos a los WC a echar “la meadica del miedo”. Aquí fue donde descubrimos que no había tan poca gente. Llevamos las mochilas al camión de la UME de donde las transportarían al pabellón Rio Ebro, próximo a meta. Pequeños ejercicios de carrera, estiramientos y algún que otro saludo a corredores conocidos.

En la avenida San Sebastián se mantenía, pese a los embates de Eolo, la pancarta de salida, un arco hinchable con el anagrama de Ibertaza. Bajo este iba a comenzar un maratón épico, para no olvidarlo nunca. Del que, al final del mismo, diría Martín Fiz: “Solo recuerdo haber disputado una carrera con un viento parecido a este”.

Pero la crónica de la carrera misma tendrá que esperar.
Si tenemos que decir, para todos aquellos que estáis en un sinvivir, que a pesar de los pesares, pudimos bajar nuestra marca en ¡9 minutos!. Haciéndolo en un tiempo total de 3h47´.


¡¡¡¡¡ NO OS PERDAIS LA PRÓXIMA ENTREGA DE LA CRÓNICA ¡!!!!








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