A todos aquellos que nos ven empujando la pared:
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miércoles, 20 de junio de 2012

CRÓNICA DE UN ENTRENAMIENTO QUE NO DEBIO DE SER...

O, PÁ HABERME MATAO!

Bueno, entretanto viene la crónica de San Borombón, voy a hacer una pequeña contribución al blog más pensando en entretener que en informar de nada importante. Y es que, aunque mis compañeros de equipo, han estado compitiendo de manera regular y seria, este que escribe muy a su pesar ha preferido no forzar la máquina y limitarse a algún entrenamiento más o menos exigente en la manida soledad del corredor de fondo.

Así, el lunes pasado, aprovechando que el resto de liebres andaba descansando de la competición del día de antes, me planteé un entreno-exploración por los montes de Cuarte.

La idea era llegar hasta la balsa de riego del camino de Cuarte por el monte para, una vez bajada la cuesta del Royo, "encontrar" un camino a mano izquierda que me dirigiera al barranco de Montañés, ya en su curso medio. De esta forma se podría organizar una salida matutina para hacer un circuito por monte con un recorrido de unos 23-24 kms hasta el Canal Imperial en la zona de Valdegurriana.

El entrenamiento iba a ser en plan "explorador". Si bien tengo los h* pelaos de bajar la cuesta del Royo (en bicicleta), nunca me he fijado bien en el susodicho camino lateral. Posiblemente debido a la extrema velocidad, cercana a la de la luz, que llevamos.

Esa era la idea.

Ahora vienen las condiciones.

La tarde está de bochorno, chispeando un poco y el cielo parcialmente cubierto de nubes. Una de dos: O llueve o no. Como a mi siempre me han respetado los elementos meteorológicos, me decido a salir. Me coloco la riñonera con el bidón de agua casi a tope y el teléfono con el GPS activo. Lo del teléfono  es una decisión que tomo habitualmente si salgo solo. Por si acá.

Empiezo.

Tras los estiramientos, libaciones y demás liturgia pre-carrera, me dirijo al trote hacia el canal. Aquí ya empiezan las primeras complicaciones. La riñonera se mueve mucho y adopta una posición lateral derecha que me impide bracear bien. El codo me pega en el bidón. Me coloco y recoloco el cinturón a la altura de la cadera, me lo ajusto más. Nada, siempre va para el mismo sitio. Además el vaivén del bidón se me transmite por la correa a la zona del vientre y me produce unas pequeñas molestias.

Dejo el canal y me dirigo, por la pequeña barranquera al lado de la arrancapedos hacía la parte alta de los pinares. No lo hago directamente, sino que tomo una senda a la derecha que, aunque hace más largo el recorrido, a mi me parece más bonito ya que crestea por el último monte del pinar y hay unas vistas preciosas a la zona de la Cra de Valencia.

Llego al camino del tiro de bola y llaneo por el mismo hasta los puentes del 4ª Cinturón y AVE. Me sigue molestando la riñonera. Pero como el ritmo es tranquilo no me preocupo. Aquí empieza a cerrarse más el cielo y a chispear algo más fuerte.

Paso por las instalaciones del vertedero de escombros. Me ladran tres enormes perros que, por ahora, están confinados junto a una caseta. Son las 20:10 h. Seguramente en media hora los soltarán por el recinto que, aunque vallado en su perímetro, no me fio de que tenga algún hueco, se salga alguno y me dé un susto. No sé que tienen que vigilar allí ¿zaborros y escombros?. Decido que volveré bajando el barranco de Valdeconsejo que es más tranquilo.

Dejado atrás el vertedero y ya tomado el camino de Goya, comienzo con los subeybaja y toboganes. Este tramo es divertido, pero ya llovizna, empiezo a notar dolor en el vientre y, para más inri, veo a lo lejos relámpagos que caen sobre lomas altas. Pero sigo.

Llevo un par de kilómetros por el camino y el dolor en el vientre se me hace insoportable, además los relámpagos están cada vez más cerca. Vëo el resplandor y cuento: uno, dos, tres... veintitrés ¡Borrombooooooom!. Vaya, están cayendo a 6 kms de distancia. Como no sé de dónde viene la tormenta me empiezo a preocupar. Además la llovizna arrecia.

Ya tengo a la vista la subida a la Balsa, pero me asusta el hecho de tomar una posición más elevada, por el riesgo de una descarga. No hay nada alrededor más alto. Recuerdo la historia de un tío norteamericano que, en su vida le cayeron tres truenos. Me preocupa que a mi sólo me pueda caer uno...

Además en todo el trayecto (desde el tiro de bola) no me he cruzado con alma alguna. ¿Pero a qué gilipollas se le iba a ocurrir coger la bici un día como hoy?.

Paso por el desvío que baja a Valdeconsejo y no me lo pienso dos veces, para abajo que me voy. Tengo que bajar altura para estar más seguro. Lo de encontrar el dichoso caminito habrá que dejarlo para otro día. Me quito la riñonera y me la coloco en bandolera como los polis americanos llevan la pistola. Mucho mejooor, andevasaparaaaar!.

Me tiro para abajo como alma que lleva el diablo, pero con cuidado porque el pie ya está empezando a notar las irregularidades del terreno. Ahora si que empieza a llover de lo lindo, como voy totalmente calado ni lo noto. No tengo frio y el camino descendente me ayuda. Los relampagos semejan enormes flashes que encienden la tarde, por lo demás oscura y triste. Vuelvo a contar: uno, dos, tres... dieciséis. Vaya, están cayendo a 3,5 kms. Me voy acercando a la tormenta. Debe estar al otro lado de la Cra de Valencia, en la zona de la ciudad deportiva o por ahí. No me preocupa, bajo por el fondo del barranco y alrededor mio todo está más alto. Necesitaría una buena toma de tierra para que me cayera algo (aparte de una ionización muy alta del aire y que la nube estuviera cargada muy positivamente). Todas estas disquisiciones técnicas me tranquilizan.

Sigo bajando y empiezo a sentir las piernas totalmente anquilosadas. La humedad y el fresco del ambiente me estan afectando más de lo que me imaginaba. Ahora ya llueve copiosamente y el camino empieza a tornarse un barrizal. Las piernas empiezan a doler, menos mal que tras un giro, a lo lejos ya se empiezan a ver las primeras naves del polígono industrial. Y con ellas llega el asfalto y acaba el riesgo del barro. Para colmo comienzo a notar el recurrente dolor del tobillo.

Pero no puedo parar. ¿Dónde me meto?.

Los primeros charcos han hecho su aparición, me meto en dos de lleno. Las suelas de las zapatillas ya empiezan a adquirir un extra de barro (recuerdo las "Retuerta´s Drag Queens" :-). Me quedan 150 metros para la subida al polígono. Suena el móvil. Será mi mujer. Tengo que cogerlo porque si no se va a llevar un susto. Me paro en la peor zona, me hundo en el barro, contesto: "Dime... si.. bien, jodo como me estoy poniendo, pero me lo estoy pasando cojonudo (miento), ya estoy por Cuarte (vuelvo a mentir) ya volviendo, si... vale, adios, enseguida estoy allí". Cuelgo y vuelvo a quedarme en la soledad del corredor "destalentao" de fondo.

El minuto y medio de conversación ha dado para mucho, ha arreciado más, los cien metros hasta la subida al polígono han quedado impracticables, me meto por un sembrado y, aunque la tierra está hueca, no está tan embarrada como el camino (pues este último tiene una capa de limos que lo deja con la lluvia sin posibilidad de utilizarlo). Al final salgo a asfalto.

La vuelta desde Valdeconsejo ya no tiene mayor problema. Es una zona ya por la que discurre gente (aunque sea en coche), asfaltada. Me siguen doliendo las piernas y la molestia del vientre pero ya sé que, chino-chano, con cierta tranquilidad llego a casa. A lo mejor paro en el restaurante de la Fuente de La Junquera y espero algo a que escampe.

Pero llego y decido seguir. No puedo parar, calado como voy hasta el tuétano. Me quedaría frío totalmente. ¿Podría volver a retomar la carrera con todos los dolores de las articulaciones y musculares que llevo?. Sigo y  llego al canal, un kilómetro y ya estoy en casa.

Llego, estiro bien y subo a casa. Mi hijo me tiene que traer las zapatillas de estar por casa porque no puedo entrar con las que llevo. Ahora la ducha caliente y a descansar.

Realmente, si uno se pregunta con cierta distancia, ¿Y esto para qué?. ¿Hubieras salido si te hubieras imaginado lo que te iba a caer encima?. Las respuestas no serían tan lógicas como cabría esperar. Por lo menos en lo que a mi respecta.  ¿Por qué? pues porque lo necesitaba. Llevaba desde el miércoles sin salir y algo me carcomía por dentro. Y sí, hubiera salido igual, quizás hubiera ido por otro sitio pero...  ¿No pertenecemos a esa subespecie humana de los "locos que corren"?, pues eso.

¡Hala, co!. ¡Tiraaaaaa!.

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